La ordenación episcopal de Josep-Lluís Serrano Pentinat, el pasado 21 de septiembre de 2024 en La Seu d’Urgell, incorporó un nuevo eslabón a la larga cadena de la sucesión apostólica. Con este obispo, el más joven de España, la Iglesia católica cuenta con un nuevo sucesor de los doce apóstoles elegidos por Jesús hace más de dos mil años.
El Papa Francisco lo ha nombrado obispo coadjutor de Urgel para ayudar al titular de la diócesis, monseñor Joan-Enric Vives, a “ocuparse mejor de las necesidades pastorales de su rebaño”, explica el mandato apostólico para su elección.
Esa bula papal fue leída al inicio del rito de ordenación ante las aproximadamente mil personas que el sábado abarrotaban la catedral, más de la mitad de las cuales eran autoridades y representantes de instituciones.
Desde hace siglos, el cargo de obispo de Urgel lleva consigo el de copríncipe de Andorra. Y todo indica que monseñor Serrano se convertirá en el jefe de este pequeño estado cuando se jubile el actual obispo de Urgel, que ya tiene 75 años.
Perfil de obispo
En el documento pontificio, el actual sucesor de san Pedro explica al sacerdote Josep-Lluís por qué fue elegido para esta misión.
“Nos esforzamos por el bien de los fieles para escoger como obispos a personas humildes de corazón y preocupadas por el bien común, especialmente la concordia, para que, según la mente del Altísimo, puedan llenar también de doctrina espiritual los corazones del prójimo”, señala el documento firmado por Francisco.
Y añade: “Esta tarea, querido hijo, nos parece oportuno confiártela a ti. En ti, de hecho, que has desarrollado importantes tareas en las nunciaturas apostólicas y has trabajado con suma diligencia en la Secretaría de Estado, vemos las cualidades del alma y del intelecto, la pericia pastoral y sobre todo el espíritu evangélico, esenciales para esta misión”.
Del Vaticano al Pirineo
El Papa conoce bien al nuevo obispo Josep-Lluís, gracias a las informaciones recibidas por los cauces habituales de los nombramientos de obispos y al contacto personal en el Vaticano.
Porque el sacerdote catalán ha vivido los últimos cinco años en la Santa Sede, después de servir en la diócesis española de Tortosa y en las nunciaturas de Mozambique, Nicaragua y Brasil.
En este tiempo, Serrano ha sido consejero de nunciatura en la sección para los asuntos generales de la Secretaría de Estado vaticana.
Allí ha trabajado junto al arzobispo venezolano Edgar Peña, al que escogió para presidir su ordenación episcopal.
Espíritu de gobierno
Por eso fue monseñor Peña quien le impuso primero las manos y, junto a más de una treintena de obispos, le confirió la ordenación, pidiendo a Dios la infusión del espíritu de gobierno.
“Que sea un buen pastor de tu santa grey y ejercite ante ti el sumo sacerdocio”, rezaron juntos los prelados.
“Que distribuya los ministerios y los oficios según tu voluntad, y desate todo vínculo conforme al poder que diste a los Apóstoles; que por la mansedumbre y la pureza de corazón te sea grata su vida como sacrificio de suave olor”, pidieron a Dios.
Un rito lleno de significado
El rito de ordenación episcopal continuó con la unción de la cabeza del sacerdote que se convertía en obispo.
Después, monseñor Peña le entregó solemnemente el libro de los Evangelios y las insignias episcopales: el anillo, la mitra y el báculo. Y Serrano recibió un abrazo de paz de cada uno de los obispos presentes.
Una vez acabada la Misa, el nuevo obispo bendijo y saludó personalmente a muchos de los asistentes.
En un discurso conclusivo, expresó su agradecimiento y su voluntad de servir, especialmente a los más necesitados, y de acentuar la dimensión comunitaria de la Iglesia.
Citó a san Juan de la Cruz y a san Ignacio de Loyola, y afirmó: "es tiempo de adentrarnos en el misterio del amor".