separateurCreated with Sketch.

¿Eres el hijo pródigo o el hermano mayor?

the prodigal son
whatsappfacebooktwitter-xemailnative
Philip Kosloski - publicado el 21/09/24
whatsappfacebooktwitter-xemailnative
Si somos sinceros, no somos el hijo pródigo, a veces podemos adoptar la postura del hermano mayor, sin reconocer la realidad de nuestros propios pecados

Cuando leemos o escuchamos el relato del Hijo Pródigo, a veces podemos ponernos en el lugar del Hermano Mayor, pensando que nosotros no somos el Hijo Pródigo.

El Hermano Mayor es el que se enfada por el regreso del Hijo Pródigo y se resiente cuando el padre celebra una gran fiesta:

"Su hijo mayor estaba en el campo y, al acercarse a la casa, oyó música y danzas… Se enfadó y no quiso entrar. Salió su padre y le suplicó; pero él respondió a su padre: 'He aquí, todos estos años te he servido, y nunca he desobedecido tus órdenes; sin embargo, nunca me diste un cabrito, para que me divirtiera con mis amigos. Pero cuando vino este hijo tuyo, que ha devorado tu sustento con rameras, mataste para él el becerro gordo'".

A menudo somos ese Hermano Mayor, molesto con todos esos "pecadores" que van a Misa, o que dicen ser "católicos".

Puede que nos guste señalar con el dedo a los pecadores públicos y afirmar que no somos como ellos.

Este síndrome del Hermano Mayor no es sano espiritualmente, ya que nos dispone a tener una visión muy orgullosa de nosotros mismos.

Ser el hijo pródigo

En lugar de enfadarnos con los demás, debemos señalarnos a nosotros mismos y acercarnos a nuestro Padre amoroso para sentir el calor de su abrazo.

San Francisco de Sales lo explica en una de sus meditaciones de la Introducción a la vida devota:

"Humíllate en tu miseria. Oh Dios mío, ¿cómo me atrevo a presentarme ante Tus Ojos? No soy más que un ser corrompido, un sumidero de ingratitud y maldad… Échate a los Pies del Señor como el Hijo Pródigo, como la Magdalena, como la mujer condenada por adulterio. ¡Ten piedad, Señor, de mí, pecador! Oh Fuente Viva de Misericordia, ten piedad de mí, indigno como soy".

Cuando somos capaces de identificarnos como el Hijo Pródigo, entonces podemos experimentar la misericordia de Dios en toda su extensión:

"Resuélvete a hacerlo mejor. Señor, con la ayuda de tu gracia nunca más me entregaré al pecado. Lo he amado demasiado, por eso lo aborrezco y me aferro a Ti. Padre de Misericordia, viviría y moriría para Ti".

La próxima vez que dediques tiempo a la oración, pregúntate: "¿Soy el Hijo Pródigo? ¿O soy el Hermano Mayor?"

¿Te ha gustado leer este artículo? ¿Deseas leer más?

Recibe Aleteia cada día.

Apoye Aleteia

Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia.  Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.

  • 20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
  • Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
  • Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
  • Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
  • 600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
  • Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
  • Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).

Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.