El Evangelio del día, nos invita a reflexionar sobre el poder de la perseverancia y la verdadera fe. En el encuentro entre Jesús y una mujer sirofenicia, se nos presenta una lección poderosa sobre la persistencia, la humildad y la confianza en Dios.
A pesar de las dificultades y el aparente rechazo, ella no se rindió y mostró una fe que sorprendió a Jesús. A través de su ejemplo, aprendemos que una fe auténtica no se detiene ante los obstáculos, sino que sigue buscando y confiando en la misericordia de Dios.
En la reflexión que el padre Giovanni hace, nos comparte más a detalle este pasaje:
¿Hasta dónde estás dispuesto a luchar por tu fe?
En este evangelio, Jesús se encuentra con una mujer pagana, una sirofenicia, que le suplica que sane a su hija poseída por un espíritu maligno. Ella no es judía, no pertenece al pueblo elegido, pero su necesidad la lleva a buscar a Jesús.
Jesús responde con una frase que parece dura:
"Deja que primero se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos."
Muchos se habrían sentido ofendidos y se habrían ido. Pero esta mujer no se rinde. No responde con orgullo, sino con fe:
"Es cierto, Señor, pero hasta los perritos comen debajo de la mesa las migajas que dejan los hijos."
Esa respuesta lo cambia todo. Jesús, admirado por su fe, le dice:
"Por lo que has dicho, vete tranquila; el demonio ha salido de tu hija."
Aquí hay una enseñanza clave: Dios no se deja impresionar por títulos, religión o estatus, sino por corazones que creen de verdad.
Esta mujer pagana tiene más fe que muchos judíos. No se detiene ante los obstáculos, no se rinde ante el aparente rechazo, insiste porque sabe que Jesús es su única esperanza.
¿Cuántas veces nos rendimos demasiado rápido en la oración?
Pedimos algo a Dios y, si no responde de inmediato, nos frustramos. Pero la fe verdadera no se rinde.
Dios no pone pruebas para alejarnos, sino para fortalecer nuestra confianza en Él.
Esta mujer nos enseña que cuando nuestra fe es persistente, puede abrir puertas que parecían cerradas.
La pregunta es: ¿Vas a rendirte ante la primera dificultad o vas a seguir confiando en Jesús?
