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Cultura e Historia
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La conquista de México y sus “usos” políticos en el presente

TENOCHTITLAN

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Jaime Septién - publicado el 23/08/21

La historia debe ser mirada sin filtros ideológicos y sin manipulaciones

El profesor Pablo Castellanos, presidente del Consejo de Gobierno del Centro de Investigación Social Avanzada en México (www.cisav.org), reflexiona en esta entrevista para Aleteia sobre el acontecimiento del quinto centenario de la caída de México-Tenochtitlán –ocurrido en agosto de 1521—a manos de las tropas españolas encabezadas por Hernán Cortés.

Un acontecimiento que ha sido tomado por la autoridad mexicana como reivindicación del pasado mítico en contra de la presencia española en América y como una necesidad de pedir perdón (por parte de la Iglesia Católica y de la Corona española) a los indígenas y pueblos originarios de México.

Nube de prejuicios

Pablo: ¿Se trata de “celebrar” o de “conmemorar” los 500 años de la caída de México-Tenochtitlán?

En realidad no se trata de una celebración sino de una conmemoración; es decir, de recordar, hacer memoria y reflexionar sobre su significado.

–Lo cual, en un país como México, es todo un reto, ¿no es así?

Sí lo es, por diversas razones. En primer lugar, porque hay una nube de prejuicios, pasiones y deformaciones de aquellos hechos, que ha venido enturbiando nuestra conciencia histórica a lo largo de los últimos siglos; y, en segundo lugar, porque se trata de un hecho complejo que no se puede abordar de manera simplista.

Para muchos pueblos originarios fue considerado como una liberación

–Si bien la caída de México-Tenochtitlán fue un hecho fundamental, no podemos obviar que la conquista no se dio de un día para otro…

Es verdad: fue un largo proceso que no terminó hasta bien entrado el siglo XVIII y en cierto sentido hasta el XIX. Hay que recordar que México no es la Ciudad de México. El país está conformado por regiones distintas que al comienzo del siglo XVI eran habitadas por pueblos diversos.

–¿Había gente de otras nacionalidades entre los conquistadores?

En 1519 venían con Cortés italianos, griegos, judíos, africanos y españoles, que no eran sólo extremeños (como Cortés); tenían diferentes intereses y actitudes. Y así fue en las sucesivas oleadas de conquistadores y colonizadores que llegaron a lo largo de las siguientes décadas, y a lo largo de varios siglos. Es importante señalar que en aquel momento los intereses de Cortés y de los demás conquistadores eran también distintos a los de la Corona (española).

–Los “vencidos” fueron solamente los aztecas?

No todos los conquistados se consideraron vencidos. Varios grupos de pueblos indígenas se asumieron también como vencedores y participaron en expediciones y en la fundación de nuevos poblados a lo largo del territorio. Acostumbrados a las guerras y las alianzas, las continuaron con los españoles en contra de los aztecas. Para muchos pueblos originarios (el fin del dominio mexica) fue considerado como una liberación, ya que habían sido dominados y asolados por ellos, y estaban cansados de ser obligados a entregar tributos en bienes, servicios y personas para los sacrificios humanos.

La guerra no estuvo exenta de crueldad

–¿Cómo era el ejército de Cortés?

Es un lugar común que los españoles que llegaron con Cortés venían de un largo período de guerras de reconquista contra los musulmanes que habían invadido y conquistado casi toda la península ibérica, pero no eran un ejército, sino campesinos, hidalgos, artesanos que venían movidos por ambición y deseos de gloria y fortuna al modo renacentista.

Por su parte, los aztecas eran un pueblo orientado a la guerra y experimentados en las luchas de conquista y control de un vasto territorio. Desde luego, la conquista fue un choque cruento entre los conquistadores españoles y los pueblos indígenas. Los penúltimos invasores del altiplano que habían llegado del norte (nahoas), a su vez se enfrentaron con los invasores que llegaban del oriente (españoles).

Se dice que la caída de la Gran Tenochtitlan no fue posible sino por la numerosa participación de guerreros de pueblos indígenas sojuzgados por los aztecas.. ¿Tú qué opinas?

Es una parte. También es cierto que los españoles traían algunas armas de fuego, muy pocas y rudimentarias, y espadas y armaduras de acero, algunos caballos y perros que utilizaban como armas. Pero, ciertamente, no fue esto lo determinante en las batallas, sino el número de guerreros indígenas que se aliaron a Cortés, y la estrategia que las circunstancias facilitaron a los invasores europeos.

–¿Se trató de una guerra de exterminio?

La guerra no estuvo exenta de crueldad, pero no fue una guerra de exterminio. La derrota de los aztecas, más que una derrota militar, fue una derrota simbólica que tuvo gran repercusión sobre los demás pueblos del centro de lo que ahora es México. Pero esto no significó de inmediato la conquista de todo el territorio. Tal pretensión siguió siendo una tarea en que participaron también españoles e indígenas de diferentes pueblos y culturas.

El papel de la evangelización

–Hay autores que señalan que murieron muchos más indígenas por la viruela o por la gripe que por los arcabuces: ¿es cierto eso?

Fue una gran hecatombe producto de la llegada de enfermedades que no existían en este territorio. Las enfermedades del viejo mundo (Europa, Asia y África) llegaron a nuestro continente y causaron una impresionante mortalidad. Se calcula que en aproximadamente siglo y medio (XVI y mitad del XVII) murió algo más del 85 por ciento de la población indígena que habitaba estas tierras.

*–¿Hay manera de ver el, llamémoslo así, “lado cultural positivo” del encuentro entre dos mundos? *

La cultura náhuatl sufrió un impacto difícil de ponderar, los que lo vivieron lo sufrieron como una herida mortal. La cultura de los demás pueblos también quedó afectada por el contacto con la cultura de los conquistadores. Bajo la hegemonía de la cultura europea el proceso de encuentro de culturas fue lento, pero de él surgió una nueva realidad difícil de caracterizar en su unidad y pluralidad.

–¿Qué papel jugó la evangelización en este proceso?

El crisol de reconciliación y gestación de un pueblo nuevo fue el proceso de evangelización que, iniciado por los frailes misioneros, tuvo en el acontecimiento guadalupano su eficacia y concreción. Aún en este rubro las cosas fueron complejas y no se deben simplificar, la llamada “conquista espiritual” no es lo mismo que la evangelización de los pobladores de estas tierras, aunque en cierta manera los dos procesos se tocaron.

Ya no es tiempo de manipular la historia

–¿Se ha avanzado en la comprensión histórica, no ideológica, de la conquista de México y de los 300 años del dominio español?

Los investigadores y estudiosos que han venido quitando las telarañas de la historia oficial —que desde el siglo XIX se volvió un aparato ideológico para legitimar al poder en turno— han puesto al descubierto
investigaciones, publicaciones, coloquios que nos ayudan a tener una aproximación más objetivo de los hechos. La tarea ha sido ayudada por notables historiadores extranjeros, ingleses, norteamericanos, franceses, etcétera, que desde otras perspectivas han ayudado a superar las polémicas que nos presentan la historia en blanco y negro, al modo maniqueo, como lucha entre buenos y malos.

–¿Han ayudado en algo?

Sí lo creo. Por lo menos nos han ayudado a tomar perspectiva y a ver nuestra historia enmarcada en procesos más amplios y de larga y mediana duración. Esto ayuda a contextualizar los hechos y a superar los anacronismos que inducen a juzgar los acontecimientos pasados como si fueran hechos realizados con criterios y contextos actuales.

–El historiador inglés Peter Brown dice algo que me impresiona: “Peor que olvidar la historia es retorcerla para avivar el resentimiento”. ¿Estás de acuerdo?

En efecto, ya no es tiempo de manipular la historia para encontrar siempre en el pasado a los culpables de nuestros errores y fallas del presente. Ni para revivir y profundizar divisiones y heridas del pasado que, en lugar de volver abrir, hay que acabar de cicatrizar. Las vidas personales que se entrecruzan y van formando el drama de la historia no nos son transparentes y fáciles de interpretar. La suma de libertades ejercidas no tiene por resultante la necesidad ni determinan unívocamente el presente…

… pero tienen consecuencias…

Sí, claro que sí, pero hay que asumirlas con responsabilidad y creatividad, como una herencia que se recibe con gratitud, pero también con una actitud crítica y con libertad. No se puede cambiar el pasado, volver a él, o simplemente negarlo; pero hay que conocerlo lo mejor posible y asumirlo para poder superarlo, en el sentido de ir más allá, sin destruir los cimientos que puedan soportar la construcción de un mejor futuro.

Esta es una tarea para ésta y las próximas generaciones, el primer paso es volver a mirar la historia sin filtros ideológicos y sin intención de manipularla. La historia no justifica ni legitima a nadie, lo que nos justifica y legitima son nuestras acciones presentes con responsabilidad hacia las generaciones futuras.

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