Un tema que no genera unanimidad en América Latina, pero que tiene a sus defensores en lucha para seguir avanzando con las regularizaciones “Mi niña está más tranquila; ya no tiene convulsiones seguidas, por lo que puede estudiar y vivir mejor”.
Estas palabras, reproducidas por El Comercio, pertenecen a Javier Rosero, el padre de Abby, una niña de ocho años que fue diagnosticada con epilepsia refractaria y parálisis cerebral.
Javier integra la agrupación de pacientes y familias por cannabis medicinal en Ecuador. A través del contacto con un médico fue posible el inicio de este tratamiento que tiene como protagonista al cannabis medicinal, que recientemente cumplió un año de despenalización en el país.
Actualmente, prosigue Javier, a su hija le suministran unas cuatro gotitas de cannabis cada ocho horas.
El caso de esta familia es como el de muchas más en Ecuador, quienes por estas horas celebran esto como una “gran victoria” y alivio ante duros cuadros de enfermedades “crónicas y catastróficas”.
No obstante, como señala el propio fundador de esta agrupación vinculada a pacientes, Alexis Ponce, aún no se ha definido el reglamento (hay plazo hasta el 21 de octubre).
Es que de alguna manera esto se presenta como algo fundamental a la hora de garantías con respecto a los que desarrollan la actividad, así como otras cuestiones que van desde importación de semillas hasta sanciones.
En el Código de Salud (COS) aprobado por el Congreso de Ecuador el 25 de agosto (que aún espera respuesta del Ejecutivo y que ha generado polémica por diversos aspectos, entre ellos el aborto) se contempla que el Ministerio de Salud esté detrás de la regulación y vigilancia de fabricación y comercialización de fármacos.
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En el caso de cannabis, estas regulaciones son de vital importancia.
Sin unanimidad
El uso del cannabis con fines medicinales -a pesar de voces de padres, familiares y pacientes- ha sido también desde hace mucho tiempo tema de debate, tal cual como se dejaba de manifiesto en un artículo publicado en Aleteia:
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“Por un lado, porque es una droga y su consumo abusivo provoca efectos nocivos para la salud. Por otro lado, porque su uso terapéutico aún está siendo investigado en muchos lugares y en algunos países se permite su uso paliativo para diversas enfermedades terminales, entre otros.
De todos modos, según coinciden algunos especialistas, es bueno tener presente que al margen de que se pueda llegar a utilizar con fines terapéuticos no significa que sea beneficiosa para la salud porque las sustancias nocivas siguen estando presentes”, se indicaba en aquella oportunidad, al tiempo que se hacía referencia a lo que dice la Iglesia sobre las drogas y su uso terapéutico.
En cuanto a América Latina, países como Argentina, Chile, México, Perú y Paraguay han legalizado el cannabis con fines medicinales.
En tanto, también aparece el caso de Uruguay, que no ha ido por el lado del cannabis medicinal, sino que ha sido desde 2013 el primer país del mundo en legalizar la marihuana con fines recreativos.
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