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9 consejos para confesarse de san Francisco de Sales

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Maria Paola Daud - publicado el 12/06/15
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Antes de ir al sacramento de la penitencia ten claro lo que vas a decir y "no te dejes perturbar por ninguna presión"

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En su libro La Filotea, que significa "Alma que ama a Dios", san Francisco de Sales propone unos sabios consejos para ir al sacramento de la confesión muy bien preparados pudiendo así acercarnos un poquito más a la santidad:

  1. Cuando te dirijas a confesarte ve, con espíritu de humildad, a hacer tu confesión; y no te dejes perturbar por ninguna aprensión.
  2. Sólo cuando lo cometemos es vergonzoso el pecado, pero al convertirse en confesión y en penitencia, es honroso y saludable.
  3. La confesión y la contrición son tan bellas y de tan buen olor, que borran la fealdad y disipan el hedor del pecado.
  4. Si somos humildes, nuestro pecado nos desagradará infinitamente, porque es ofensa a Dios; pero la revelación de nuestro pecado nos será dulce y amable, porque Dios es honrado en ella: decir al médico lo que nos molesta es, en cierta manera, un alivio.
  5. Cuando llegues a la presencia de tu padre confesor, imagínate que te encuentras en la montaña del Calvario, a los pies de Jesucristo crucificado, destilando por todas partes su preciosísima sangre, para lavar tus ignominias; porque, aunque no sea la propia sangre del Salvador, es, empero, el mérito de su sangre derramada el que rocía abundantemente a los penitentes, alrededor de los confesionarios.
  6. Abre bien tu corazón, para que salgan de él los pecados por la confesión, porque, conforme vayan saliendo, entrarán en él los méritos de la pasión divina para llenarlo de bendiciones.
  7. Pero dilo todo sencilla e ingenuamente, tranquilizando de una vez tu conciencia.
  8. Luego de haberte confesado escucha los avisos y lo que ordene el siervo de Dios, y di de todo corazón: "Habla, Señor, que tu siervo escucha". Porque es Dios a quien escuchas, pues Él ha dicho a sus representantes: "El que a vosotros oye, a Mí me oye".
  9. Toma después, en tu mano, la siguiente promesa, que es el remate de toda tu contrición y que has de haber meditado y considerado antes; léela atentamente y con todo el sentimiento que te sea posible.
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