Valiente y audaz, san Eulogio de Córdoba vivió en el siglo IX, en la entonces capital del emirato independiente de Al Andalus. Fue, por lo tanto, un cristiano en plena dominación musulmana de gran parte de la Península Ibérica.
Ser cristiano entonces implicaba, por ejemplo, pagar más impuestos por asistir a la iglesia, y estaba prohibido evangelizar fuera del templo.
En este ambiente, el abuelo de Eulogio le enseñó a rezar una pequeña oración a Dios cada hora, cuando oyera las campanas.
El joven se formó en Filosofía y destacó en Sagrada Escritura. En virtudes, fue ejemplar por su humildad: nunca discutía con nadie si no iba contra la ley de Dios o la moral.
Viajó por Navarra, Aragón y Toledo después de haber intentado localizar a dos hermanos suyos que se dedicaban al comercio al norte de los Pirineos y regresó a Córdoba con un gran legado bibliográfico que había conocido en los monasterios.
Cárcel, nombramiento y muerte
En el año 850, en Córdoba se desató una importante persecución contra los cristianos y san Eulogio fue encarcelado. Lamentablemente, quien fue el causante de su arresto fue otro obispo, Recaredo.
Al año siguiente fue excarcelado pero su vida seguía corriendo peligro. No pudo tener ya vivienda estable.
En el año 858 fue elegido arzobispo de Toledo. Al año siguiente, sin embargo, murió mártir acusado de proteger a una joven cristiana llamada Lucrecia que no quería abjurar de la fe. Les cortaron la cabeza el 11 de marzo.
Santo patrón
San Eulogio de Córdoba es patrono de los carpinteros.