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Cuando una conversación se convierte en un monólogo
Todos los padres conocen esa sensación: quieres hablar y lo único que oyes como respuesta es un "no sé", un "ok" o un silencio ensordecedor. Puede ser frustrante, pero conviene recordar que la adolescencia es una etapa de construcción de la propia identidad e independencia. A veces, el silencio no significa falta de confianza, sino simplemente la necesidad de pensar las cosas a solas.
Sin embargo, una relación basada en la conversación es clave. No se trata de forzar confidencias, sino de crear un espacio en el que el adolescente se sienta aceptado y escuchado. ¿Cómo hacerlo?
Los temas neutros ayudan a romper el hielo

No todas las conversaciones tienen que ser sobre los estudios, las notas o los problemas que hay que resolver. A veces es más fácil empezar con temas que no impliquen presión. Una película vista juntos, un libro leído o un artículo pueden convertirse en el punto de partida de una conversación informal.
Puedes preguntar a tu hijo adolescente qué piensa de las decisiones de los personajes o cómo habría actuado él en una situación similar. Incluso una conversación informal sobre los acontecimientos en las redes sociales puede ser una buena oportunidad para conocer su opinión.
Este enfoque hace que la conversación no parezca forzada. El adolescente empieza a ver que no se trata de interrogarle o controlarle, sino de interesarse de verdad por su mundo.

El arte de hacer las preguntas adecuadas
Algunas preguntas cierran automáticamente la conversación. La clásica "¿Qué tal el colegio?" suele terminar con un breve "Bien" y no da lugar a más diálogo. En lugar de eso, es útil formular las preguntas de manera que inciten a una declaración más larga. Es mejor preguntar qué ha sido lo más difícil en las clases de hoy o qué ha hecho más feliz al niño.
A veces es más fácil hablar de las experiencias de los demás, así que puedes intentar hablar de los amigos, preguntando qué es lo que más valora tu hijo adolescente en sus amigos. O qué les ha ocurrido -a amigos o conocidos- recientemente en la escuela o en la vida. Lo más importante es no presionar y dejar que tu hijo hable a su ritmo.
Hablar en la oscuridad

A algunas personas les resulta más fácil hablar de sus problemas o de acontecimientos importantes cuando no tienen que mirar a su interlocutor a los ojos. En las tribus primitivas, la gente sigue reuniéndose alrededor del fuego por la noche para contar historias; está grabado en nuestros genes. Por eso los momentos nocturnos, justo antes de acostarse, en una habitación a oscuras pueden ser el momento perfecto para conversar.
Los padres que esperan a que su hijo adolescente regrese de una salida nocturna también pueden crear una oportunidad para conversar ofreciéndole un té o un tentempié y entablando un diálogo de forma natural.
Pueden sentarse juntos en el sofá, en una habitación con la luz cálida y suave de una lamparita, y tomar el té. Es importante no convertir estos momentos en un interrogatorio, sino dejar que fluyan libremente. A veces basta una frase para que un niño empiece a hablar por su cuenta.
La cultura pop y las redes sociales como puente para la conversación
Muchos padres se quejan de TikTok, Instagram o YouTube, pero en lugar de ver estas plataformas únicamente como una amenaza, merece la pena utilizarlas como pretexto para la conversación. Puedes preguntar a tu hijo qué ha visto últimamente y qué le ha parecido interesante. O puede tratar de entender las tendencias populares preguntando qué las hace tan interesantes para los jóvenes.
Estas conversaciones ayudan a construir un hilo de entendimiento y demuestran que el adulto no sólo quiere criticar, sino que está realmente interesado en el mundo de su hijo. Aunque no estés de acuerdo con su opinión, vale la pena escuchar primero y luego expresar la tuya.


