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La llegada de san Pablo a Malta pudo haber nacido aparentemente de una catástrofe, pero se convirtió en uno de los momentos más cruciales de la historia del Mediterráneo y de la tradición cristiana en general. Su empuje y su fe incansable durante esta etapa de su vida sirven de lección duradera sobre la esperanza, especialmente en momentos de crisis personal y comunitaria.
Un viaje de esperanza
La llegada de Pablo a Malta en el año 60 d.C. no fue por designio, sino por desastre. Al menos, aparentemente. Al naufragar frente a la costa de la isla durante un angustioso viaje a Roma, él y sus compañeros escaparon con vida por los pelos. Para Pablo, que ya era un prisionero en espera de juicio, este percance podría haber sido un momento de mayor desesperación. En cambio, se convirtió en una oportunidad para vivir su fe y compartir el Evangelio.
Los Hechos de los Apóstoles relatan cómo Pablo y los supervivientes del barco fueron acogidos por los malteses, que les mostraron "una bondad inusitada" (Hechos 28,2). A pesar de los daños físicos y emocionales, Pablo prosiguió su misión. Cuando fue mordido por una víbora, un incidente que los isleños creían que era una señal de castigo divino, Pablo se la sacudió tranquilamente al fuego sin sufrir daño alguno. Este acto de fe tranquila transformó la percepción de los lugareños, que empezaron a ver a Pablo como un hombre de Dios.

Un legado de esperanza para Malta
Durante sus tres meses en Malta, las acciones de Pablo dejaron una huella indeleble. Su curación milagrosa del padre de Publio y de otros enfermos no solo demostró su fe, sino que también sembró las semillas del cristianismo en el archipiélago. Aunque los Hechos no mencionan explícitamente las conversiones, no cabe duda de que los cimientos del cristianismo maltés se sentaron durante esta época.
La valentía del Apóstol en la crisis se convirtió en la piedra angular de una tradición de fe que ha perdurado durante 2.000 años. Hoy, lugares como la Gruta de San Pablo en Rabat, donde se cree que permaneció, y la Colegiata Parroquial del Naufragio de San Pablo en La Valeta, son testimonio de su legado perdurable.
Los peregrinos que visitan el archipiélago pueden embarcarse en un viaje que sigue los pasos de san Pablo en Malta, donde se entrelazan historia, fe y cultura. La Peregrinatio Sancti Pavli Apostoli AD 60 invita a peregrinos, visitantes y entusiastas de la historia por igual a explorar lugares sagrados, desde la bahía de San Pablo hasta las catacumbas de Salini y la mismísima Gruta de San Pablo, en Rabat. Tanto si dispone de un día como de dos, este singular camino de peregrinación profundiza en la comprensión de la transformadora presencia de san Pablo en el archipiélago. Descubra la historia de curación, fe y unidad que sigue inspirando a generaciones enteras. Para obtener más información o planificar su caminata, visite XirCammini.org o envíe un correo electrónico a [email protected].

Lecciones de resistencia
El viaje de Pablo a Malta nos enseña que la resiliencia no es la ausencia de lucha, sino la capacidad de confiar en el plan de Dios, incluso cuando el camino no está claro. En un mundo marcado a menudo por la incertidumbre y el sufrimiento, la historia de Pablo nos desafía a abrazar la fe como fuente decisiva de esperanza y valor. Su ejemplo nos anima a ver los desafíos como oportunidades para acercarnos más a Dios y servir a los demás.
Fe en medio de la tormenta
El naufragio de Pablo y su posterior ministerio en Malta son una metáfora de las tormentas de la vida. Al igual que el Apóstol encontró refugio y propósito tras el desastre, nosotros estamos llamados a buscar la presencia de Dios en medio de las dificultades de la vida.
El pueblo maltés, cuya fe ha sido forjada por el legado de Pablo, ha recurrido a menudo a su santo patrón en tiempos de prueba. Desde el Gran Asedio de 1565 hasta los implacables bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, la historia de Malta está marcada por una resistencia arraigada en la fe.
La valentía de Pablo en la crisis nos recuerda que la esperanza puede surgir incluso en los momentos más turbulentos. Su viaje a Malta nos muestra cómo la fe puede transformar el sufrimiento personal en una fuente de renovación y fortaleza comunitaria.

En palabras del Papa Francisco durante su visita a Malta en 2022, la historia de Pablo nos invita a convertirnos en "testigos del Dios que es amor." Esta llamada resuena profundamente en un mundo que anhela esperanza y curación. Que el legado del coraje de san Pablo en la crisis nos inspire a afrontar nuestras propias pruebas con fe, confiando en que, como Pablo, también nosotros podemos encontrar renovación y propósito en las tormentas de la vida.


