En el año 60 d.C., un naufragio frente a las costas de Malta marcó un punto de inflexión para el pequeño archipiélago mediterráneo. Lo que comenzó como un viaje desastroso a Roma terminó en uno de los actos de providencia más profundos de la historia cristiana. San Pablo, prisionero en camino a juicio, salvado de este naufragio, lleva a los habitantes la fe que marcará para siempre la identidad de Malta: la de Cristo.
El libro de los Hechos de los Apóstoles relata con fuerza y detalle el naufragio de Pablo (Hechos 27,28). Atrapado en una violenta tormenta, el barco encalló cerca de lo que hoy es la bahía de San Pablo. Después de sobrevivir al naufragio, Pablo y sus compañeros fueron recibidos por los malteses con “una humanidad poco común”, según los escritos de Lucas. A pesar del costo físico y emocional de su terrible experiencia, el ministerio de Pablo continuó sin cesar. Cuando fue mordido por una víbora, Pablo simplemente se sacudió la mano, dejando atónitos a los isleños. El libro dice lo siguiente:
“Una vez en tierra, nos enteramos de que la isla se llamaba Malta. Los isleños han demostrado una bondad inusual. Hicieron una fogata y nos dieron la bienvenida a todos porque llovía y hacía frío. Pablo juntó un montón de leña y, mientras la ponía al fuego, una víbora, ahuyentada por el calor, se le prendió en la mano. Cuando los habitantes de la isla vieron la serpiente colgando de su mano, se dijeron unos a otros: 'Este hombre debe ser un asesino, pues aunque escapó del mar, la diosa Justicia no le perdonó la vida'. Pero Pablo sacudió la serpiente y la echó al fuego, y no sufrió daño alguno. La gente esperaba que se hinchara o muriera de repente; pero después de esperar mucho tiempo y no ver nada malo, cambiaron de opinión y dijeron que era un dios".
Entre los muchos milagros realizados por Pablo en Malta está la curación del padre de Publio, el funcionario más alto de la isla. Este acto, combinado con las oraciones y enseñanzas de Pablo, sembró las semillas del cristianismo en Malta. Publio es considerado tradicionalmente el primer obispo del archipiélago, origen de una herencia cristiana ininterrumpida que perdura desde hace dos milenios.
Divina Providencia en medio del desastre
La llegada de Pablo a Malta sirve como testimonio de su propia enseñanza en la Carta a los Romanos: 'Todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios' (Romanos 8, 28). Aunque su viaje a Roma estuvo marcado por las dificultades, su estancia en Malta dio extraordinarios frutos espirituales. De hecho, en su visita de 2010 a Malta, el Papa Benedicto XVI se refirió a este momento providencial, declarando: "De todos los dones traídos a estas costas en el curso de la historia de vuestro pueblo, el don traído por Pablo fue el mayor de todos".
Una herencia de fe
La influencia de Pablo transformó Malta en uno de los primeros asentamientos cristianos del mundo. Lugares como la Gruta de San Pablo en Rabat, donde tradicionalmente se cree que vivió y predicó el apóstol, siguen siendo lugares de culto muy apreciados. La Gruta ha atraído a peregrinos que van desde el almirante Lord Nelson hasta tres papas modernos, incluido Francisco en 2022.
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Otro monumento perdurable al legado de San Pablo es la Colegiata Parroquial del Naufragio de San Pablo, en La Valeta. Construida en la década de 1570, la iglesia alberga reliquias como parte del hueso de la muñeca derecha de Pablo y un pilar de mármol asociado a su martirio en Roma. Su arte, incluido el retablo de Matteo Perez d'Aleccio que representa el naufragio, sirve como catecismo visual de los orígenes cristianos de Malta.
El cristianismo a través de los tiempos
Los 2 mil años de tradición cristiana de Malta han resistido muchas tormentas, incluidos períodos de resurgimiento pagano y dominación islámica. Las catacumbas paleocristianas de Rabat, unas de las más extensas fuera de Roma, y las iglesias de la época bizantina atestiguan la resistencia de la fe.
Aunque algunos estudiosos cuestionaron en su día la continuidad del cristianismo maltés durante el periodo árabe (869-1091), otros han sancionado convincentemente que las pruebas arqueológicas, incluidos los artefactos de la época romana y los registros medievales de producción de grano, indican una presencia cristiana constante. En el siglo XIII, el cristianismo se había reafirmado plenamente, dejando una huella indeleble en la cultura de las islas.
El silencioso testimonio de Malta
A pesar de su papel fundamental en el cristianismo primitivo, Malta suele pasar desapercibida en el relato general de la propagación de la fe. Como explica el profesor Stanley Fiorini, el pequeño tamaño del archipiélago y el hecho de que la arqueología se centre en el periodo de los templos prehistóricos han contribuido a esta relativa oscuridad. Sin embargo, la historia de Malta ofrece una visión única de la resistencia de la fe cristiana en el Mediterráneo. Y se puede descubrir durante el año jubilar.
Los peregrinos que visitan el archipiélago pueden embarcarse en un viaje que sigue los pasos de San Pablo en Malta, donde se entrelazan historia, fe y cultura. La Peregrinatio Sancti Pavli Apostoli AD 60 invita a peregrinos, visitantes y entusiastas de la historia por igual a explorar lugares sagrados, desde la bahía de San Pablo hasta las catacumbas de Salini y la propia Gruta de San Pablo, en Rabat. Tanto si dispone de un día como de dos, esta peregrinación única profundiza en la comprensión de la presencia transformadora de San Pablo en la isla. Descubra la historia de curación, fe y unidad que sigue inspirando a generaciones enteras. Para obtener más información o planificar su caminata, visite XirCammini.org o envíe un correo electrónico a information@xircammini.org.
En la ostensible desgracia de Pablo, Malta encontró su mayor bendición. Su naufragio no sólo llevó el Evangelio a sus costas, sino que dejó un legado de fe, perseverancia y providencia que sigue inspirando a todo el Mediterráneo. Como bien dijo el Papa Benedicto XVI, el don de Pablo fue una gracia perdurable, aceptada y atesorada por una nación que acuna a quienes la visitan con suaves olas de esperanza.
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