En el Evangelio de hoy, reflexionamos sobre la misión a la que estamos llamados en nuestra vida por Dios; y sobre todo, vemos cómo esta misión no se sustenta gracias a nuestros recursos, sino a la fe y obediencia a Dios.
En la reflexión que el padre Giovanni hace del Evangelio de hoy, nos comparte más a detalle este pasaje:
¿Estás listo para la misión?
Jesús reúne a los Doce y los envía de dos en dos. No les da riquezas, ni comodidades, ni garantías de éxito. Solo les da autoridad sobre los espíritus impuros y les dice:
"No lleven nada para el camino, ni pan, ni alforja, ni dinero."
Esto es impactante. Jesús les pide depender totalmente de Dios. No confiar en sus recursos, sino en la providencia divina.
Luego les dice:
"Cuando entren en una casa, quédense allí hasta que se vayan de aquel lugar. Si en algún sitio no los reciben ni los escuchan, sacúdanse el polvo de los pies en señal de advertencia."
Jesús es claro: habrá lugares donde serán rechazados, pero no deben detenerse.
Aquí hay una enseñanza clave: la misión no depende de los recursos materiales, sino de la fe y la obediencia.
Hoy seguimos siendo enviados. Cada cristiano tiene una misión, y Dios nos llama a anunciar el Evangelio con valentía.
Pero para cumplirla, necesitamos dos cosas: confianza total en Dios y desprendimiento de lo que nos ata.
Muchas veces queremos llevar “equipaje extra”: miedos, excusas, preocupaciones. Pero Jesús nos dice: "No necesitas más que mi poder."
Los apóstoles fueron, anunciaron la conversión, expulsaron demonios y sanaron enfermos. No porque fueran perfectos, sino porque confiaron en Jesús.
Dios sigue llamando hoy. La pregunta es: ¿estás dispuesto a salir sin miedo y cumplir la misión?
