Esta historia poco conocida se remonta casi 428 años atrás, a 1597. Estados Unidos aún no existía como Estado independiente y Norteamérica, muchas de cuyas zonas estaban aún por explorar, se hallaba dividida entre las esferas de influencia de tres grandes potencias coloniales europeas: Francia, España y el Reino Unido.
En este contexto, cinco misioneros franciscanos españoles fueron enviados a evangelizar el Nuevo Mundo. Uno de ellos, fray Pedro de Copra, partió expresamente en 1587 al encuentro de los guales. Esta tribu -que más tarde se fusionaría en el grupo multiétnico Yamasee- ocupaba la región del Mississippi, parte de la Florida española, un territorio mucho más extenso que el actual estado de Florida y que también abarcaba, entre otras zonas, la actual Georgia.
Muerte por hacha
Para sacudir la tradición polígama local, el Hermano Pedro condicionó el bautismo de los guales adultos a su compromiso con un matrimonio monógamo. Este requisito originó el conflicto con Juanillo, un guerrero al que se había propuesto convertirse en jefe de la aldea, pero que, aunque bautizado y casado, decidió tomar una segunda esposa. Furioso por el estricto veto del misionero, que ponía en peligro sus ansias de poder, puso a parte de su tribu en contra del clérigo. A pesar de sus diez años de trabajo misionero, que le habían granjeado la estima de muchos amerindios, el Hermano Pedro fue asesinado a hachazos en su choza a principios de septiembre de 1597, con el cuerpo sometido a horribles palizas.
El segundo en perecer fue el hermano Blas Rodríguez de Cuacos, en misión en un pueblo cercano, que misteriosamente obtuvo el derecho de celebrar una última misa de los nativos armados que se disponían a capturarle. Al final de la celebración, es a su vez ejecutado con un hacha, y su cuerpo abandonado en el bosque, devorado por los animales.
Fray Miguel de Añón y su cohermano de la Tercera Orden Antonio de Badajoz, misioneros en una isla, fueron advertidos por el jefe de la tribu de los peligros que les acechaban, pero optaron por quedarse, dispuestos a dar testimonio de su fe aunque ello les supusiera ser torturados y entregar su vida. El último mártir de esta persecución, en septiembre de 1597, fray Francisco de Veráscola, religioso atlético y vigoroso, muy popular entre los jóvenes gualeses por su asidua participación en combates de lucha, fue a su vez asesinado con un hacha a su regreso de una expedición en canoa.
Mártires por la promoción de la fidelidad conyugal
La beatificación de los cinco franciscanos está prevista para 2025 en la diócesis de Savannah, que inició el proceso en 1981. Será un acontecimiento importante para esta pequeña diócesis, que solo cuenta con 84 mil bautizados, una ínfima minoría del 3% de la población de este territorio dominado por el protestantismo y ahora también por la extensión del ateísmo y la indiferencia religiosa.
Pero más allá de la antigüedad de estos acontecimientos, la beatificación servirá también para recordar la radicalidad de la visión cristiana del matrimonio, en una América a menudo tentada por el relativismo y, más ampliamente, en un mundo reacio a considerar la fidelidad conyugal como una gracia.
"Que el venerable hermano Pedro da Corpa y sus compañeros intercedan por las familias de todo el mundo e inspiren a los esposos y esposas de todo el mundo a vivir el sacramento del matrimonio con amor, verdad y fidelidad", dijo el obispo de Savannah, Stephen D. Parkes, tras el anuncio del decreto.
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