Un género muy interesante y cada vez más actual, en el que además caben el drama, terror, suspense o thriller, es el de las desapariciones. En casi todas las historias al respecto siempre hay una familia al fondo que sufre, pero que intenta no perder la esperanza. El año pasado recomendábamos aquí Eric, la serie televisiva que empieza con la desaparición de un niño y prosigue con cómo algo próximo a la locura va envolviendo a su padre mientras trata de encontrarlo.
Con este tema, David Fincher rodó una de sus mejores películas: Perdida. Y otros grandes cineastas dieron magníficas vueltas al tema, caso de Clint Eastwood con El intercambio, Denis Villeneuve con Prisioneros o Roman Polanski con Frenético, por citar unos cuantos ejemplos célebres. Una de las más perturbadoras aunque muy poco conocida es Keane, de Lodge Kerrigan, en la que un progenitor interpretado por Damian Lewis acude a diario a la estación de autobuses en la que desapareció su hija.
El foco de todas estas historias suele centrarse en los que se quedan atrás y casi pierden el juicio buscando pistas y huellas y charlando con quienes pudieron haber visto a los desaparecidos. Casi siempre son padres y/o madres, aunque uno de los casos más terroríficos fue el de Desaparecida, cuyo director, George Sluizer, acabaría rodando su propio remake americano con Secuestrada, ambas películas inspiradas en una novela de Tim Krabbé: en este argumento era un tipo el que buscaba a su novia.
Despertar (Reawakening en su título original) no transita por los terrenos del thriller ni del terror, sino del drama, aunque incluye unas pinceladas de suspense. Cuando el filme arranca vemos a un padre, John (Jared Harris), y a una madre, Mary (Juliet Stevenson), aún enfrascados en la búsqueda de su hija, que desapareció hace una década, a sus 14 años. Por lo que ahora, y con las transformaciones propias de esas edades, saben que habrá cambiado mucho físicamente. Si es que está viva.
La fe y la esperanza de un padre y una madre
John acude a centros en los que habla con jóvenes que podrían haberse cruzado con su hija. Muestra una fotografía alterada mediante edición digital para que su imagen de cuando tenía 14 años (la última vez que la vieron) muestre los posibles cambios fisonómicos propios del transcurso de una década.
Tanto el padre como la madre mantienen la fe y la esperanza. No es una película en la que se mencione la religión, y sin embargo intuimos que está latente bajo la superficie cuando la madre exclama varias veces: “¡Gracias a Dios!”. Porque llega un momento en el que una chica de 24 años llama a la puerta del domicilio familiar.
Mary dice que sí: se trata de su hija. Que está cambiada y alterada tras tantos años y tanta mala vida (en el momento de su desaparición consumía drogas), pero que ahora se ha recuperado. John, en cambio, no lo ve tan claro. No reconoce a su hija en esa chica. Algo falla. Algo no encaja en sus sensaciones, en su intuición paterna.
La cineasta británica Virginia Gilbert, en su segunda película tras su debut con A Long Way From Home, plantea aquí numerosas preguntas que son las que convierten su nuevo trabajo en algo muy interesante.
El espectador más versado o más cinéfilo quizá encuentre algún paralelismo con Sommersby, o con el original, El regreso de Martin Guerre: en ambas un hombre regresaba a su hogar y algunos ponían en duda su identidad. Lo mismo ocurre en Despertar: ¿Es ella la chica? ¿Tanto cambia una persona para que no la reconozcamos tras 10 años sin verla? Y si no es ella, ¿quién es y por qué está aquí?
Reawakening refleja la erosión de la incertidumbre y cómo ésta va cansando y desgastando a un matrimonio. En este sentido, tanto Harris como Stevenson están estupendos en sus personajes. Porque la incertidumbre es demoledora. Asfixia poco a poco.