Durante la Cuaresma, generalmente las comidas son más sobrias ya que nos preparamos para la Pascua de Resurrección. Pero también necesitamos algún día (sin ser los viernes) alegrar el alma y el cuerpo dándonos un gustito con algún dulce tradicional de la época, como por ejemplo los huevos moles.
Desde hace muchos años es común que en los conventos coman algún dulce, ya que es una forma de soportar mejor el ayuno y la abstinencia de carnes durante la Cuaresma. Es por ello que las hermanas durante estas fechas comienzan a realizar distintos dulces con ingredientes sencillos y económicos como la harina, huevos, aceite y azúcar.
Estos dulces poco a poco se han convertido en los más tradicionales, exquisitos y solicitados para disfrutar en este tiempo especial.
Algunas de esas preparaciones son muy populares aún hoy. Seguramente probaron alguna de ellas o quizás la abuela preparó y les hizo probar una de estas delicias en sus hogares: torrijas, leche frita, buñuelos de Cuaresma, huevos moles, flores fritas, pestiños, yemas de Santa Teresa o la mona de Pascua.
En esta ocasión les dejo la receta de los huevos moles para hacer y disfrutar en casa, pero por supuesto si prefieren comprarlo ya pronto pueden acercarse a algún torno o visitar la pagina web de Contemplare, donde se puede ver el catálogo de productos y delicias que las hermanas elaboran en sus conventos y adquirir el que deseen.
Un poco de historia…
Historiadores señalan que los huevos moles son una tradición antigua. Las monjas los elaboraban para no tirar las yemas, ya que para hacer los merengues solo necesitaban las claras y había que dar uso a las yemas para no desperdiciarlas. Así surgió la receta de los huevos moles que se convirtió en uno de los dulces típicos que se comen durante la Cuaresma y Semana Santa.
Una preparación que curiosamente aparece en muchos recetarios de algunos países de Latinoamérica como Chile, Paraguay, Colombia, Guatemala y Bolivia. En estos lugares se conocen como "huevos chimbos", mientras que en Argentina y Venezuela como "huevos quimbos".
Esto podría explicarse por la colonización española de las Islas Canarias y América Latina o también por la llegada a distintos conventos americanos de las monjas españolas como las hermanas Clarisas de Santiago del siglo XVII. De esta manera se convirtió en uno de los postres emblemáticos de la gastronomía latinoamericana.
De acuerdo a la región la receta puede tener distintas variantes pero su forma de elaboración tradicional sigue siendo la misma, a base de yemas de huevo que van ligadas con almíbar y emulsionadas dando como resultado una deliciosa crema fina y espumosa.
Huevos moles con bizcochos: receta
Ingredientes:
- 6 huevos
- Almíbar no muy fuerte (un tazón o algo más)
- 12 bizcochos de soletilla
- Canela en polvo
Preparación:
Se separan las yemas de las claras, que se pueden emplear para otro plato o para el adorno final.
Se baten bien las yemas hasta dejarlas espumosas; luego, se pasan a un recipiente, que no sea de aluminio, y se les va incorporando el almíbar, poco a poco y no muy caliente, procurando que no se corten. Cuando esté todo unido, se trabaja sobre el fuego, no muy fuerte, o al baño María, como si fuese para preparar natillas. Una vez esté algo cuajado, se retira. Se pasa a una fuente grande donde se habrán colocado los bizcochos, alisando la superficie con la ayuda de un cuchillo, y se espolvorea con canela en polvo al gusto.
También se pueden adornar con merengue en lugar de canela, o con las dos cosas; en ese caso, se espolvorea todo el conjunto, los huevos y el merengue, con canela o vainilla.
Para hacer los bizcochos de soletilla
Necesitaremos:
- 6 huevos
- 200 gramos de azúcar
- 225 gramos de harina
- 50 gramos de azúcar glas
- Ralladura de limón
- Mantequilla
Preparación:
Se untan dos pliegos de papel de barba con mantequilla y se reservan.
Aparte, en un recipiente grande se baten las yemas, el azúcar y la ralladura de limón hasta obtener una crema espumosa. Se añaden entonces las claras batidas a punto de nieve revolviendo con cuidado hasta unirlo todo. A continuación, se incorpora la harina con una espátula o cuchara de madera, cuidando que no bajen las claras.
Se pasa la masa, una vez mezclada, a una manga pastelera de boquilla lisa y se colocan tiras alargadas de masa sobre el papel engrasado, dejando entre cada tira un espacio amplio (aproximadamente 6 centímetros), ya que al cocer ensanchan. Se cuecen en el horno a temperatura fuerte por espacio de 10 minutos.
Una vez dorados los bizcochos, se sacan del horno y se dejan enfriar.
Pueden conservarse en recipientes herméticos varios días.
Receta: La Cocina de los Conventos. Autores: Sofia Fernández, Víctor Alperi. Ediciones Nobel. Páginas 178 y 187.