Las elecciones generales del domingo pasado dieron el triunfo a Castro con lo cual terminan 12 años en el poder del Partido Nacional, mismo que admitió, finalmente, la derrota que, en un primer momento, se había negado a considerar.
La población hondureña acudió de forma masiva a las urnas y demostró, con creces, su rechazo a la política del presidente saliente Juan Orlando Hernández, cuyo nombre es coreado negativamente por las caravanas de migrantes que salen del país hacia el norte.
Con el triunfo de Castro y el reconocimiento de la oposición, se disiparon los temores de una elección impugnada y de mayor violencia en las calles hondureñas. Las campañas habían dejado un reguero de sangre con más de 60 asesinatos con motivos políticos.
La calma se dio cuando, mediante un comunicado de prensa, la candidata perdedora, la actual alcaldesa de la capital Tegucigalpa, Nasry Asfura, dijo haber felicitado a Castro no obstante el conteo de los votos no hubiese aún concluido.
Xiomara Castro es la esposa del expresidente de Honduras, Manuel Zelaya, quien fue derrocado en 2009 mediante un golpe de Estado. Este hecho ha sido recordado en las urnas, con la elección de la ex primera dama a la presidencia.
Esperanza y retos
El comunicado de Asfura tiene importancia toda vez que en las pasadas elecciones, que dieron el triunfo por segunda ocasión a Hernández, provocaron intensos disturbios callejeros que dejaron un saldo de 23 personas muertas.
Los hondureños vivieron horas de zozobra el domingo y lunes pasados, cuando representantes del Partido Nacional dejaron entrever que impugnarían las elecciones y que no reconocerían el triunfo de Castro. Afortunadamente, esto no sucedió.
Aunque el Consejo Nacional Electoral de Honduras tiene 30 días después de las elecciones para dar al ganador oficial, lo cierto es que la distancia entre Castro y Asfura (de casi 20 puntos porcentuales) hace que la tendencia sea irreversible.
Asfura, felicitó a Castro por su triunfo y dijo: “Espero que Dios la ilumine y oriente para que su administración haga lo mejor en beneficio de todos los hondureños, para lograr el desarrollo y el anhelo de la democracia”.
Sin embargo, los desafíos que esperan a Castro son muy grandes: un desempleo por encima del diez por ciento de la Población Económicamente Activa, la devastación, en noviembre de 2020 que dejaron los huracanes Eta y Iota, así como la violencia y las maras.
Los hondureños votaron por el cambio. Y Castro lo reconoce. En un discurso el domingo 28 por la noche, Castro dijo: “¡Fuera de la guerra! ¡Fuera el odio! ¡Fuera los escuadrones de la muerte! ¡Fuera la corrupción! ¡Fuera el narcotráfico y el crimen organizado!”
Por el bien de Honduras, que esto se cumpla a cabalidad.