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Cómo ser pobre de espíritu y rico en este mundo

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Philip Kosloski - publicado el 13/02/25
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No hay nada intrínsecamente malo en ser rico, aunque conlleva una mayor responsabilidad; pero al mismo tiempo, será más difícil ser pobre de espíritu

No es pecaminoso tener una cuenta bancaria abultada, en la que no te preocupa pagar la próxima factura y te sobra dinero. Sin embargo, ser rico conlleva una mayor responsabilidad, ya que Dios te pedirá cuentas de cómo has utilizado tu dinero en beneficio de los demás. Es mejor ser pobre de espíritu.

Pobre de espíritu

San Francisco de Sales escribe sobre este tema en su Introducción a la vida devota. Explica que debemos reconocer que nuestro dinero y nuestras posesiones no son verdaderamente nuestros:

"Hija mía, nuestras posesiones no son nuestras; Dios nos las ha dado para que las cultivemos, para que las hagamos fructíferas y provechosas a Su servicio, y así le agradaremos. Y esto debemos hacerlo con más empeño que los hombres mundanos, pues ellos cuidan cuidadosamente sus propiedades por amor propio, y nosotros debemos trabajar por amor a Dios".

Una forma de evitar ser demasiado avariciosos con nuestro dinero es regalarlo constantemente:

"Para ello dispone siempre de una parte de tus medios dándolos de corazón a los pobres; te empobreces con todo lo que regalas. Es verdad que Dios te lo devolverá, no solo en el otro mundo, sino en este, pues nada trae tanta prosperidad temporal como la limosna gratuita, pero mientras tanto, eres sensiblemente más pobre por lo que das. Verdaderamente es una santa y rica pobreza la que resulta de la limosna".

Amar a los pobres

San Francisco de Sales también explica la importancia de amar simplemente a los pobres, lo que nos ayudará a permanecer pobres de espíritu:

"Amen a los pobres y a la pobreza,-este amor los hará verdaderamente pobres, ya que, como dice la Sagrada Escritura, nos hacemos semejantes a aquello que amamos. El amor hace iguales a los amantes. '¿Quién es débil y yo no soy débil?', dice san Pablo. Podría haber dicho: '¿Quién es pobre y yo no soy pobre?', porque fue el amor lo que le hizo semejante a los que amaba; y así, si amas a los pobres, compartirás realmente su pobreza, y serás pobre como ellos".

Si no buscamos a los pobres y solo deseamos amasar una gran cantidad de dinero para nosotros, Dios será mucho más duro con nosotros el día del juicio.

Cuando Dios nos da muchos dones, lo hace para que seamos generosos con ellos, no quedándoselos para nosotros, sino dándoselos a los demás.

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