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Lo que entra por tus oídos puede dañar tu salud espiritual

Lo que entra por tus oídos puede dañar tu salud espiritual
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Mónica Muñoz - publicado el 12/02/25
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Los oídos que Dios dio al ser humano son un regalo de su amor y bondad infinitos, pero no todo lo que entra por ellos ayuda a mantener su salud espiritual

Hablar de nuestros cinco sentidos significa maravillarse de la inmensa perfección que Dios puso en el ser humano, aunque nos parece tan común que ya no nos sorprende. Sin embargo, los oídos nos ayudan a comunicarnos con mayor eficiencia y nos permite disfrutar de la creación, pero también pueden perjudicar nuestra salud espiritual.

Escucha al Señor

El sentido del oído es maravilloso. La sagrada Biblia menciona constantemente la acción de oír, escuchar, poner atención, etc., cuando se trata de orar y predicar. Dice el salmo 16:

"Amo al Señor, porque él escucha el clamor de mi súplica, porque inclina su oído hacia mí, cuando yo lo invoco".

No podríamos pensar, quizá, en un sentido más útil -por supuesto, cada uno es importante y no nos gustaría perderlos -, sin embargo, el poder de este se combina con el habla cuando interactuamos con otras personas. Esperamos que nos escuchen y que nos respondan, por eso deseamos oír su voz.

Del mismo modo, esperamos escuchar la respuesta del Señor cuando nos dirigimos a él en la oración. Eso ocurre durante una conversación, una homilía, algún podcast, en fin, que Dios se las ingenia para hablarnos claro y fuerte:

"Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca".

Cuida tus oídos

Pero así como disfrutamos la música, el canto de las aves, las voces de los niños, una sabrosa plática, o bien, percibimos sonidos de alerta o de peligro, ya sea una alarma, una sirena, un grito, un crujido, cualquier ruido que nos disponga a defendernos, también podemos recibir mensajes que dañen nuestra salud espiritual.

Es entonces donde debemos estar a la defensiva y cuidar nuestros oídos de los chismes, los comentario malintencionados, las maldiciones, la palabras de doble sentido, las ofensas y las humillaciones.

San Pablo nos avisa:

"No profieran palabras inconvenientes; al contrario, que sus palabras sean siempre buenas, para que resulten edificantes cuando sea necesario y hagan bien a aquellos que las escuchan".

Esto nos invita a estar atentos porque el mal puede llegar por distintos medios: una canción demasiado explícita, una película, una persona, una red social... Las posibilidades no se agotan, sobre todo en este tiempo en el que vivimos tan aprisa y no nos detenemos a reflexionar la enorme cantidad de información que llega a nosotros, pero que hacen mella en nuestra alma.

Recordemos que lo más importante en la vida es amar a Dios y hacer su voluntad, por eso es necesario rechazar todo lo que pueda separarnos de Él y recordar que:

"Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos".

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