"¿Deberíamos invitarlo a casa?" "¿Deberíamos incluirla en la foto familiar de la tarjeta de Navidad?". "¿Deberíamos conocer a sus padres?". Éstas son solo algunas de las preguntas a las que se enfrentan los padres cuyos hijos adolescentes creen estar profundamente enamorados -si es que se trata de amor- cuando aún están en la escuela secundaria o en el instituto.
El padre Gaspard, sacerdote de la Sociedad san Juan María Vianney, está muy implicado en la pastoral juvenil. Ejerce su ministerio en campamentos en los Alpes, como capellán en Saint-Bonnet de Galaure y como "influencer" a través de su cuenta de Instagram.
Libertad para crecer, discernir y decidir
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Uno de estos fundamentos reside en no entablar relaciones románticas comprometidas demasiado pronto. Insta a los adolescentes a ser grandes amigos, pero no parejas. ¿Por qué? Porque "ser novios" demasiado pronto impide una maduración adecuada.
"Estos jóvenes se impiden a sí mismos crecer, como dos árboles demasiado cercanos que se hacen sombra mutuamente. El mundo se abre ante ellos, y se centran en su relación en lugar de desarrollarse a través de las relaciones con los demás", lamenta el padre Gaspard.
He aquí cuatro peligros que amenazan a las parejas de jóvenes adolescentes.
1Conocer a la otra persona solo en su mejor momento
Para amar libremente, hay que conocer bien a la persona que hace palpitar tu corazón, ser consciente de sus cualidades y talentos, pero también de sus debilidades. Y "no hay nada mejor para conocer a alguien que observarle en sus interacciones con los demás", dice el padre Gaspard. "Como pareja adolescente, en cierto modo estáis demasiado cerca para veros bien".
De hecho, como una relación adolescente es frágil, ya que aún no se ha pronunciado el gran "sí", los chicos suelen intentar dar una buena imagen de sí mismos. Ambos tienden a mostrarse en su mejor luz, en contraste con el efecto "grupo", donde cada uno es mucho más natural. "Juntarse con amigos favorece intercambios ricos y variados que permiten descubrirse con suavidad y libertad", subraya.
2estar en pareja por razones equivocadas
Otro peligro de la "parejita" es estar juntos por razones equivocadas, ¡que son tanto más difíciles de identificar cuanto que a menudo son inconscientes! Angustia ante la soledad, consuelo para las heridas interiores, satisfacción del deseo sexual, necesidad de ser estimado, admirado, mimado…
Por definición, los adolescentes aún no son maduros y a menudo carecen de confianza en sí mismos. Buscan señales de su valía a los ojos de los demás. Esta necesidad de ser queridos puede llevarles a formar una pareja, basándose en sus sentimientos o impulsos. "El deseo de estar en pareja prima entonces sobre la elección de la persona", observa el padre Gaspard.
3Obstaculizar el discernimiento
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Es evidente que es muy agradable y cómodo ser amado. Incluso satisface una necesidad vital. Pero el sentimiento de ser amado, el deseo de ser como los demás, o incluso la seguridad de una relación de pareja, ¿no obstaculizan el discernimiento? Es difícil preguntarse si él o ella es realmente el hombre o la mujer de tu vida cuando es tan agradable escuchar a alguien que te susurra dulces naderías.
4Coartar la libertad del otro
Además de obstaculizar la propia libertad, esencial para el discernimiento amoroso, el riesgo de las parejas adolescentes es el de limitar la libertad de la otra persona si se adopta una actitud posesiva. Esta actitud se revela, por ejemplo, en el envío incesante de mensajes y la exigencia de una respuesta inmediata. El padre Gaspard oye a veces a un joven quejarse de no recibir respuesta de su enamorada: "¡Ha visto mi mensaje y no me ha contestado!".
El padre Gaspard sostiene que la castidad empieza ahí. "¿Por qué envías este mensaje?", nos invita a preguntar el sacerdote. "¿Es para dar información, o para que ella/él piense en ti?".
La castidad es amar sin poseer, sin querer apoderarse y tomar para sí. "Si el amor no es casto, es decir, desprendido y descentrado de uno mismo, se instalará un malestar, un sentimiento de opresión. Puede seguir creciendo, hasta tal vez hacerse insoportable e incluso provocar la ruptura de la pareja, a veces años después", advierte el sacerdote.
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