Un gesto pasa a menudo desapercibido durante la Eucaristía. La liturgia lo llama "interferencia". Después de la consagración, durante la cual el pan y el vino se han transubstanciado en el Cuerpo y la Sangre de Jesús:
"El sacerdote parte el pan y coloca un trozo de la hostia en el cáliz para significar la unidad del Cuerpo y la Sangre del Señor en la obra de la salvación, es decir, el Cuerpo de Cristo Jesús vivo y glorioso"
Explica la Instrucción General del Misal Romano (IGMR). Romper la hostia plantea una cuestión que puede no ser un detalle: ¿está Jesús realmente presente en un trozo de hostia?
Qué es la transubstanciación
Pero la respuesta a esta pregunta, que tiene implicaciones prácticas y espirituales, se encuentra en el concepto teológico de transubstanciación, palabra que designa el cambio de una sustancia a otra.
La fe de la Iglesia proclama que la sustancia del pan y la sustancia del vino, mediante la palabra del sacerdote que actúa in persona Christi - en la persona de Cristo- y la acción del Espíritu Santo, se transforman para convertirse en la sustancia del cuerpo y la sangre de Jesús, bajo las apariencias de pan y vino, que permanecen.
Cuando comemos una miga de pan, estamos comiendo pan, por pequeña que sea la miga. Cuando bebemos una gota de vino, estamos bebiendo vino. Cuando consumimos un trozo de la hostia, es el cuerpo de Cristo que está realmente presente y habita en nosotros.
Un anfitrión en varias piezas
Por esta razón, es posible consagrar muchas hostias pequeñas al mismo tiempo, lo que facilita la comunión en una misa con gran afluencia de fieles.
Además, la hostia grande del celebrante suele dividirse en varios trozos para que todos los concelebrantes, o incluso algunos fieles en pequeñas asambleas, puedan compartir el mismo pan.
Así mismo, el mayor respeto es debido por todos a todas las partes de la hostia, lo que explica el uso del lino litúrgico apropiado, el corporal, lavado según reglas precisas. El IGRM precisa también que:
"cuando una partícula de la hostia se haya adherido a los dedos [del sacerdote], […] el sacerdote debe quitársela de los dedos por encima de la patena o, si es necesario, lavarlos él mismo".
Finalmente, por esta razón, la Iglesia latina favorece el pan que no tiene miga, para evitar que se produzcan partículas.