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Aleteia echa un vistazo a cuatro figuras de los años de Juan Pablo II que, desde el Vaticano, siguen dando forma al pontificado actual.
Cardenal Giovanni Battista Re
El cardenal Giovanni Battista Re, que cumplirá 91 años el 30 de enero, sigue siendo una figura muy activa y central en el Vaticano como Decano del Sacro Colegio. Este cargo, que no recae necesariamente en el cardenal de más edad, sino en alguien con una sólida experiencia dentro de la Curia, confiere al cardenal Re un alto perfil en las actividades vaticanas.
Él es quien celebra los funerales de los cardenales en Roma, y también presidió la Plegaria Eucarística en el funeral de Benedicto XVI el 5 de enero de 2023, a pesar de que esta Misa fue presidida simbólicamente por el Papa Francisco.
El cardenal Re, que entró en el servicio diplomático papal en 1963, fue un servidor muy apreciado durante el pontificado de Juan Pablo II, con quien colaboró estrechamente como sustituto de la Secretaría de Estado de 1989 al 2000.
Posteriormente fue Prefecto de la Congregación para los Obispos de 2000 a 2010, abarcando los últimos cinco años del pontificado de Juan Pablo II y los primeros cinco años del de Benedicto XVI. A pesar de su avanzada edad, sigue muy presente en la vida pública vaticana, asistiendo a numerosas conferencias para defender el principio de continuidad entre papas.
Cardenal Konrad Krajewski
El cardenal polaco, actualmente prefecto del Dicasterio para el Servicio de la Caridad y muy implicado en la ayuda a Ucrania, era un rostro familiar para quienes siguieron el final del pontificado de Juan Pablo II.
Llamado a Roma en 1998 para servir en la Oficina para las Celebraciones Litúrgicas, pasó los últimos años del largo pontificado del 263º Papa lo más cerca posible de su compatriota polaco, acompañando los gestos litúrgicos de un Papa cada vez más enfermo y limitado por la discapacidad, con una tensión palpable en su rostro.
Continuó este servicio durante todo el pontificado de Benedicto XVI, asumiendo la tarea de distribuir alimentos a los pobres de Roma tras la beatificación de la Madre Teresa en 2003. Informado del compromiso del prelado polaco con la caridad, el Papa Francisco lo nombró capellán apostólico en el verano de 2013 y, para sorpresa de todos, lo nombró cardenal en junio de 2018, situando la cercanía a los pobres en el centro de su pontificado. La nueva Constitución de la Curia, promulgada en 2022, convirtió al Dicasterio para el Servicio de la Caridad, que dirige el polaco, en el tercero en el orden protocolario de los órganos de la Curia Romana.
Cardenal Christoph Schönborn
A sus casi 80 años, umbral que cruzará el 22 de enero de 2025 y que le retirará del colegio de cardenales electores, el arzobispo de Viena sigue siendo una figura central en la vida de la Iglesia católica y del Vaticano, y el Papa cuenta con su lealtad y su gran apertura intelectual.
Estrecho colaborador del cardenal Ratzinger, en particular durante la redacción del Catecismo de la Iglesia Católica, fue nombrado obispo auxiliar de Viena por Juan Pablo II en 1991, y luego arzobispo en 1995. Sus primeros años en Viena fueron muy difíciles. Encargado del candente tema de la pederastia clerical, se mostró inflexible ante la resistencia.
En 1998, el Papa Juan Pablo II le creó cardenal, con el telón de fondo del escándalo que rodeaba el comportamiento de su predecesor, el cardenal Groër, acusado de abusar de numerosos jóvenes, pero fallecido en 2003 sin haber sido juzgado.
Durante el pontificado de Francisco, el cardenal austriaco se erigió en defensor de las reformas llevadas a cabo por el pontífice, y se mostró muy activo y decisivo durante los sínodos sobre la Familia (2014-2015) -que abogó por discernir caso por caso para dar la comunión a los divorciados vueltos a casar- y sobre la Amazonia (2019).
Conocido por su compasión hacia los homosexuales, dice no oponerse a la presencia de sacerdotes casados en la Iglesia, aunque critica con firmeza la democratización de la Iglesia promovida por el proceso sinodal alemán. Una postura que puede parecer paradójica, pero que converge con la del Papa Francisco, partidario de evitar la atomización de la Iglesia.
Guzmán Carriquiry Lecour
Este laico uruguayo de 80 años ya no está al frente de la administración vaticana, pero desde 2021 es embajador de Uruguay ante la Santa Sede. Entró en la Curia Romana en 1971, con Pablo VI, y en 1977 se convirtió en el primer responsable laico del Vaticano en el Consejo Pontificio para los Laicos, antes de ser promovido a subsecretario de este organismo por Juan Pablo II.
Acompañó todo el pontificado del santo Papa polaco, participando como experto en numerosos Sínodos y actos internacionales, entre ellos la Jornada Mundial de la Juventud. Posteriormente fue nombrado secretario de la Pontificia Comisión para América Latina con Benedicto XVI, ocupando de nuevo un puesto tradicionalmente ocupado por un sacerdote.
Confirmado en el cargo por Francisco, lo reforzó dándole las prerrogativas de un vicepresidente. El uruguayo detectó el talento del cardenal Bergoglio en 2007, durante la conferencia de Aparecida, en Brasil. "El Papa Benedicto inauguró y dio la orientación básica de Aparecida, Bergoglio retomó todo con los obispos y lo completó, dándole esta coherencia, este perfil de conciencia eclesial latinoamericana", señaló en ese momento, seis años antes de la elección del primer papa de su continente natal.
Como muestra de su profunda amistad, el Papa Francisco presidió personalmente en Roma, en julio de 2019, la Misa con motivo de su 50 aniversario de boda.