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Cuando mis hijos estaban pequeños, solíamos salir en el auto de vacaciones y visitábamos varios poblados de mi país. Era un viaje encantador.
Éramos curiosos. Recuerdo que en ocasiones viajamos de madrugada para estacionarnos en algún lugar y poder apreciar las estrellas de firmamento, y luego sorprendernos con un bellísimo amanecer. ¿Lo has hecho alguna vez? Te lo recomiendo. Es genial.
Disfrutábamos juntos aquella semana de vacaciones lejos del bullicio de la ciudad, conociendo diferentes pueblitos, descubriendo su naturaleza y los sitios turísticos.
Hola, Jesús
Me gustaba mucho detenerme en los poblados a un costado de la carretera. Buscaba la iglesia del pueblo y entraba al oratorio donde está el Sagrario. Tocaba la puerta y saludaba: “Hola Jesús”.
Luego continuábamos la marcha. Me encantaba sorprenderlo. Consolar su Sacratísimo Corazón, darle una alegría.
Si lo piensas bien, parece una tontería, lo sé, pero no me importaba, con tal de darle un gesto de amor. Que supiera que lo tenía pendiente en mi corazón.
Decía santa Teresita del Niño Jesús que “Jesús está sediento de nuestro amor”. Yo le creo. Mi experiencia es similar a la de ella.
Encuentro un Jesús en cada Sagrario, ilusionado y feliz por cada visita que le hacemos. Hay que acompañarlo, hacerle saber que lo amamos.
Una limosna para Jesús
Es lo que pedía san Manuel González en sus homilías: dar como limosna, no ropa para los pobres sino un gesto de cariño a Jesús abandonado en tantos sagrarios.
¿Es posible encontrar un sagrario abandonado, un oratorio vacío? A menudo, en esos viajes, encontraba los oratorios vacíos y a Jesús abandonado, esperando que alguien le visite.
Siempre me han dolido los sagrarios abandonados, donde nadie visita a Jesús. ¿Cómo es posible que esto ocurra? Hice un vídeo para ti, en uno de esos viajes.
Lo que más entristece a Jesús
Una vez leí que lo que más le duele a Jesús es nuestra indiferencia a su amor. Es terrible solo de imaginar.
Sufre nuestro desprecio, los pecados con los que le ofendemos, y nuestro silencio ante la injusticia.
A santa Faustina se le apareció y ella lo registró en su diario (50):
A santa Margarita María de Alacoque Jesús le confió su dolor por una humanidad indiferente.
Tú que lees estas palabras, por favor, ve al sagrario más cercano tu casa, no dejes solo a Jesús.
Dile que le quieres, consuela su Sacratísimo Corazón, cuéntale tu historia, tus triunfos y si lo deseas, las dificultades que enfrentas. Él te ayudará, te lo garantizo.
Y por favor, cuando te marches dile: “Jesús, Claudio te manda saludos”. Ya sabes que me encanta consentirlo y sorprenderlo desde diferentes países.