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Dos claves para empezar a quitar el sufrimiento

ZMIANA MYŚLENIA

TrifonenkoIvan | Shutterstock

Guillermo Dellamary - publicado el 15/11/21

Para muchas personas parece inevitable sufrir, es más, hasta acaban por acostumbrarse a que así es la vida y que es parte de nuestra condición humana.

Alguna personas creen que sufrir indefinidamente es inevitable. Se llegan a sentir impotentes y a perder todo tipo de esperanza, para dejar de pasársela tan mal. A lo máximo que pueden llegar a aspirar es a que la “suerte” o la Providencia hagan un milagro y el rumbo de su vida cambie obteniendo los recursos, mayor confort y oportunidades para dejar de sufrir. Es decir, esperan a que las soluciones provengan del exterior.

Dentro de sus creencias, llegan a tener la convicción fatalista, de que estamos muy limitados, y sin capacidades en nosotros mismos para hacer cambiar el curso de nuestras vidas. Se convierten en víctimas pasivas de un destino, que imaginan que les ha tocado vivir.

¿La vida es así?

Estas personas se llegan a adaptar a la idea de que la vida es así, y de que no tienes  opciones, viviendo en un estado mental de sumisión y debilidad ante la realidad.

Ciertamente de niños sí hemos experimentado esa sensación de dependencia y de que necesitamos la completa ayuda de nuestros padres para sobrevivir. Hay que admitir que en nuestra infancia sí ha sido así, e identificamos claramente la sensación de estar a merced de los vaivenes del entorno, sin que pudiéramos hacer algo al respecto más que lo que los adultos podían hacer por nosotros.

Pero es precisamente de lo que se trata. Al ir creciendo, es cuestión de no quedarnos atrapados en la mente infantil y seguirnos sintiendo dependientes y pasivos. Pues ya vas pudiendo resolver las dificultades y los retos de una manera más personal y autónoma.

Primera clave para salir del sufrimiento: huir del pensamiento infantil

Es de este punto de donde se deriva la primera clave para salir del sufrimiento. Dejar de tener un pensamiento infantil subjetivo, basado en la dependencia, la impotencia, la sumisa pasividad de que sean los demás los que te vengan a rescatar, sin creer en la opción de que tú mismo tienes que ser tu propia solución.

Ciertamente estamos en manos de Dios y muchas situaciones no están en nuestras manos, pero al menos las que sí, es preciso que las tomemos firmemente y las ejecutemos con toda la confianza y determinación de que estamos poniendo lo que nos corresponde: “A Dios rogando y con el mazo dando”.

THINK
Rechaza esos pensamientos que te hacen creer que no puedes poner de tu parte.

Se trata de erradicar el pensamiento fantasioso y mágico de la infancia, para darle su lugar a la inteligencia objetiva y así ya dejarnos de afligir por esa sensación de impotencia, que nos conduce a estar esperando a que alguien nos venga a salvar del sufrimiento.

Basta de sentirse indefensos, desvalidos, desamparados, desprotegidos, vulnerables, imposibilitados y en fin todo lo que te amarre las manos que te impiden poner de tu voluntad, para convencerte de que sí puedes hacer algo para ya no seguir sufriendo.

Es cambiar de pasivo a propositivo, a hacer los cambios necesarios y a realizar las acciones oportunas, para generar un ambiente más maduro, independiente, autosuficiente y con la convicción de luchar por lo que quieres sin estar ya esperando que la “fortuna” cambie o llegue el Ser que te salve, cuando ya de por sí hemos sido salvados.

Luchar por mejorar, día a día. Es una de las características más importantes que debemos desarrollar para superar los fracasos y derrotas que nos conducen al sufrimiento.

Segunda clave: fuera expectativas irreales

La otra clave importante es dejar de tener expectativas fantasiosas y soñadoras que no están al alcance del esfuerzo y de los recursos que tenemos. Es el drama de aspirar a que el mundo o las personas no sean como son. Aspirar a que la realidad cambie en vez de aceptarla como es. Se quedan esperando, y con ello sufriendo, porque no pueden controlar a los demás. Quieren que las cosas sean distintas a como son, concreta y objetivamente.

Y más bien de lo que se trata es de reconocer que las cosas no van a cambiar simplemente porque uno lo desea. Es vivir con lo que tienes, con las personas aceptándolas tal y como son.  Claro que todo puede (o si quieres) debe mejorar; pero por lo pronto no enfadarse, agobiarse o estarse atormentando por el mundo que te rodea. Vivir así es muy tortuoso y desgasta mucho, lo que conduce a que se sufra gratis. En pocas palabras, si vas a sufrir, que sea por algo que realmente lo amerite. Que no sea por tantas tonterías e inútiles simplezas de la vida diaria.
Para concluir, queda claro que dejar de comportarnos con actitudes infantiles, pasivas, fantasiosas, dependientes, sumisas. Dejernos de atormentarnos a nosotros mismos con ideales inalcanzables que generan así frustraciones por no obtener lo que queremos de los demás, por ser controladores. Van a ser claves fundamentales para iniciar un proceso y dejar atrás muchos sufrimientos inútiles y perniciosos que nos estorban para gozar de esta vida.

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