Por primera vez en su vida, la gente no se ríe de él, sino con él. Con 35 años, el británico Jono Lancaster está en la flor de la vida. Y podría decirse que es un hombre feliz. Sin embargo, ha necesitado años para alcanzar este estado.
Jono nació con el síndrome de Treacher Collins, una enfermedad genética muy rara que produce malformaciones al nivel de la cara, a menudo acompañadas de una mala audición. Le hicieron falta años para sentirse cómodo con su físico.
Jono fue abandonado al nacer por sus padres, asustados por su aspecto, y fue acogido y luego adoptado por Jean, una madre de familia con hijos ya adultos. Aunque escribió en varias ocasiones a sus padres biológicos, sus cartas siempre regresaban sin abrir.
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En clase, le señalaban con el dedo, apartaban la mirada al cruzarse con él, se reían de su aspecto… Su ira iba en aumento y, como adolescente, en la época de los primeros amores y de la búsqueda de popularidad, su diferencia se le hizo más evidente. Como no podía compartir los sueños de los jóvenes de su edad, Jono se aisló.
Cuando tenía 20 años, Ben, un amigo íntimo, le convenció para ir a trabajar a un bar. A medida que el lugar se llenaba y avanzaba la noche, Jono se sentía cada vez peor. Escuchaba las risas de los consumidores, que él interpretaba como burlas, y terminó por subirse a un taxi para marcharse a casa. Humillado y herido, juró que no volvería más.
Pero no contaba con la insistencia de Ben, que logró convencerle para que volviera. Cuando regresó al bar a la semana siguiente, vio llegar a un hombre enorme con la cabeza rapada e imponentes tatuajes. Jono rezó en su interior para que no se fijara en su presencia, pero el hombre se dirigió a él y le preguntó qué le había pasado.
Al percatarse de sus prótesis auditivas, le preguntó: “¿Escuchas algo si te quitas esos aparatos?”. “No, no escucharía nada”, le respondió Jono. “¡Qué suerte tienes!”, exclamó la montaña de músculos. “En casa, mi mujer no para de hablar. ¡Haría lo que fuera por un momento de tranquilidad!”, comentó, riéndose ya no de Jono, sino con él.
Estas palabras fueron como un nuevo despertar para Jono, que desde entonces decidió no sufrir su existencia sino mirar lo bueno que hubiera en su vida. Hoy, comparte su vida con una mujer que lo ama tal y como es y se siente “tan guapo como Johnny Depp”.
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Tiene confianza en sí mismo y se sirve de su experiencia para ayudar a niños afectados por esta enfermedad. Jono descubrió que la vida es bella y que si las personas a su alrededor no cambiaban, sí podía cambiarlo todo su propia perspectiva sobre los acontecimientos.