El actor norteamericano Tom Hanks recibió en 2020 el prestigioso premio Cecil B. DeMile durante la entrega de los Globos de Oro concedidos por la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood. Durante el tributo, se compartió un repaso de su carrera con escenas de sus películas, que dio cuenta de su indeleble legado en el séptimo arte y del absoluto involucramiento de Hanks para interpretar sus papeles y regalar emociones. Algunos con muchas luces, otros que quizá algunos prefieran olvidar, pero con una vigencia poco frecuente en el cine.
Hanks ha sido Allen de "Splash" o Josh de "Big", tanto como Sam en "Sleepless in Seatle", "Forrest Gump", Walt Disney en "Saving Mr. Banks", el capitán Miller en "Saving Private Ryan", o Andy Becket en "Philadelphia", y Chuck Noland en "Náufrago (Cast Away)". Y es en particular en estas últimas dos donde más se constata la transformación personal a la que se sometió para sus personajes, llegando a bajar 12 kilos para el rol que le dio su primer Oscar en 1993 por el abogado enfermo de SIDA Andy Becket, y 25 kilos para interpretar al empleado postal que sobrevive en una isla desierta con la compañía de su pelota Wilson.
El mismo Hanks reconoció que semejantes vaivenes le pueden haber pasado factura a su cuerpo, sobre todo a partir de no haber acompañado su vida normal con una dieta equilibrada y sana, circunstancia que lo obligaba a transformaciones extremas para los papeles.
En 2013, durante una entrevista con David Letterman, dio a conocer que desde recientemente sufría la diabetes tipo 2, la más frecuente de las diabetes, particularmente asociada al sobrepeso y a la obesidad. Una enfermedad que se le venía anunciando desde la década del 90 por los altos niveles de azúcar en sangre. Y algunos años después hizo un mea culpa sobre cómo llegó hasta ella.
“Soy parte de la generación estadounidense perezosa que ha seguido bailando a ciegas durante la fiesta y ahora nos encontramos con una enfermedad. Estaba pesado. Me han visto en películas. Saben cómo me veía. Yo era un completo idiota”, afirmó en 2016.
A diferencia de la tipo 1, quienes padecen la diabetes tipo 2 producen insulina, aunque ésta sea insuficiente. En muchos casos incluso quienes la padecen lo desconocen. Y aunque en la 2 como en la 1 puede haber predisposiciones genéticas, la que padece Hanks puede prevenirse si se mantienen unos hábitos de alimentación saludables y se realiza una actividad física moderada.
No obstante, es posible vivir con diabetes tipo 2. Su control es muy factible, pero exige cambios en la conducta, un mejor seguimiento nutricional con una dieta baja en azucares y carbohidratos, y otros hábitos saludables como el ejercicio regular.
Se trata de una rutina necesaria para evitar consecuencias como la pérdida de visión, insuficiencia renal, pérdida de miembros inferiores, y la posibilidad de padecer enfermedades cardiovasculares.
Es habitual que la ausencia de hábitos sanos y el sobrepeso, que Hanks combatía con ráfagas de adelgazamiento para sus películas, derive en esta enfermedad. Tanto lo es que desde hace algunos años algunos investigadores hablan de “diabesidad”, para resaltar la relación que existe entre este tipo de diabetes y la obesidad, dos de las grandes epidemias del siglo XXI, en particular en países industrializados.
*Artículo actualizado el 9/7/2021.