Acaba el ciclo de catequesis dedicadas a la oración del Padrenuestro en la audiencia general de este miércoles “Para rezar debemos hacernos pequeños, para que el Espíritu Santo venga a nosotros y sea Él quien nos guíe en la oración”, dijo Francisco durante la audiencia general de este miércoles 22 de mayo de 2019, en la plaza de San Pedro.
El Papa cerró hoy el ciclo de catequesis dedicadas a la oración del Padrenuestro, la oración más emblemática del cristianismo, enseñada por Jesús a sus discípulos y que enseña varios de los ‘secretos’ que Dios ha ocultado “a los sabios y entendidos” y dados “a conocer a los pequeñitos”.
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No rezar en modo mecánico
En su alocución, el Papa invitó a no tener “miedo”, a ser valientes y enfocó la meditación sobre las palabras de san Pablo “Ustedes no recibieron un espíritu de esclavos, sino el espíritu propio de los hijos, que nos permite gritar: ¡Abba!, o sea: ¡Padre!” (Romanos, 8, 15).
“Hoy también nosotros, como discípulos de Jesús, fieles a su recomendación «y siguiendo su divina enseñanza», continuamos haciéndola nuestra. No se trata de una fórmula para repetir de modo mecánico, sino de una intimidad filial por la que podemos llamar a Dios «¡Abbá!, Papá».”, manifestó Francisco.
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Rezar al Papá
“Es la intimidad en la que Jesús, el revelador del Padre, nos introduce por su gracia. El Catecismo de la Iglesia católica nos recuerda que: es el Espíritu Santo, [quien] a través de la Palabra de Dios, enseña a los hijos de Dios a hablar con su Padre (N. 2766)”.
“Jesús invita a sus discípulos a cultivar un espíritu de oración, a orar insistentemente y a tener siempre presentes a los hermanos y sus necesidades”, apuntó.
Rezar por los enemigos
La oración también recordar a los hermanos con los que “vivimos relaciones difíciles”. Francisco insistió: “Jesús dice: “Cuando se pongan de pie para orar, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que su Padre del Cielo les perdone también a ustedes sus faltas” (Mc 11, 25-26).
Rezar dejándose guiar por Espíritu Santo
“El Nuevo Testamento nos revela que el primer protagonista de toda oración cristiana es el Espíritu Santo, que hemos recibido en nuestro bautismo y que nos hace capaces de orar como lo que somos, Hijos de Dios, siguiendo el ejemplo del Señor Jesús. Este es el misterio de la oración cristiana, que nos introduce en el diálogo amoroso de la Santísima Trinidad”, sostuvo.
Rezar a Dios que nunca nos abandona
“Jesús oraba así. A veces usaba expresiones que ciertamente están muy lejos del texto del Padrenuestro. Piense en las palabras iniciales del Salmo 22, que Jesús pronuncia en la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27:46)”, afirmó el Papa.
“¿Puede el Padre celestial abandonar a su Hijo? No, desde luego. Y sin embargo, el amor por nosotros, los pecadores, llevó a Jesús a este punto: al punto de experimentar el abandono de Dios, su lejanía.
Pero, incluso el grito de angustia permanece ahí, “Dios mío, Dios mío”. En ese “mío” está el núcleo de la relación con el Padre, está el núcleo de la fe y la oración”, añadió.
Rezar con las oraciones de la Biblia
En este sentido, afirmó que “a partir de este núcleo, un cristiano puede orar en cualquier situación. Él puede asumir todas las oraciones de la Biblia, especialmente de los Salmos; pero también puede orar con tantas expresiones que en milenios de historia han brotado del corazón de los hombres”.
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Rezar por los más pobres y hacernos pequeños
“Y al Padre nunca dejemos de hablarle de nuestros hermanos y hermanas en la humanidad, para que ninguno de ellos, especialmente los pobres, permanezcan sin un consuelo y una porción de amor”.
Además repitió la oración de Jesús: “Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las has dado a conocer a los pequeñitos” (Lc 10:21 )”. E insistió: “Para rezar debemos hacernos pequeños, para que el Espíritu Santo venga a nosotros y sea Él a guiarnos en la oración”.
Rezar como si ya Dios hubiera hecho la gracia, como lo hacen los niños y dejarse guiar por el Espíritu Santo y si se tiene algo contra alguien, “perdónenlo”. La audiencia general concluyó con el canto del Pater Noster y la bendición apostólica.
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