Un año marcado por atentados, coche-bomba, dolor. A pesar de todo, la gente mantiene la esperanza de la paz
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Un atentado con coche bomba, el pasado 27 de enero, aún mantiene heridas abiertas en San Lorenzo, una localidad ubicada cerca de la frontera entre Ecuador y Colombia. En aquella oportunidad el ataque –en el cantón de Esmeraldas- se dio contra un cuartel policial dejando más de 20 heridos. Las autoridades, en una primera instancia, le adjudicaron el ataque al “narcoterrorismo”.
Algunas semanas después, un nuevo ataque con un artefacto explosivo al costado de una carretera terminó con la vida de tres integrantes de las fuerzas armadas ecuatorianas, mientras desarrollaban su misión en el lugar, hecho que motivó incluso un sentido mensaje del papa Francisco para con las familias de las víctimas.
“El santo padre invita a todos a rezar y esforzarse para que en aquella región, probada por estos tristes sucesos, se alcance cuanto antes la serena convivencia en paz y confianza”, establecía la carta difundida en aquel momento.
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En abril de 2018 la región volvió a generar una “triste noticia”. La muerte de tres periodistas integrantes del equipo de El Comercio, quienes habían sido secuestrados previamente por disidentes del exgrupo guerrillero de las FARC y en particular con un nombre que ganó protagonismo: Walter Patricio Artízala Vernaza, alias “Guacho”, líder del Frente Oliver Sinisterra y quien aún sigue siendo buscado por las fuerzas de seguridad.
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Ya han pasado casi 10 meses de aquel primer atentado -y poco más de seis meses del secuestro y asesinato del equipo periodístico de El Comercio– y la gente permanece con miedo en esa zona fronteriza.
Han sido innumerables los reportes que se han hecho sobre este lugar. Pero según un relevamiento realizado hace pocos días por el medio ecuatoriano, para el cual trabajaban los periodistas asesinados, las calles de Mataje están vacías y son los niños quienes rompen la tensión. Es en esa localidad donde el patrullaje de las fuerzas de seguridad permanece intacto.
¿Los niños volverán a sonreír?
Sí. A pesar de todo esto y las circunstancias actuales de violencia entre los menores, en este lugar los niños y los diversos habitantes mantienen la esperanza de volver a sonreír.
“Es muy duro tratar esta situación. Los niños han vivido con estos conflictos y peleas. Ven cosas y asimilan todo lo malo”, dice al medio ecuatoriano el encargado de dirigir un plantel de profesores de un centro de enseñanza local, lugar donde el nivel de agresividad es “muy notable”.
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Es en esa zona donde también se encuentra el barrio La Delicias, lugar afectado por el atentado con coche bomba del mes de enero en un cuartel policial y donde el gobierno ecuatoriano levantó viviendas para 14 familias damnificadas.
“Yo cuando desperté pensé que era una pared de mi casa que se estaba cayendo porque estaba mal construida. Cuando me levanto con todas las cosas encima. Mi esposo sale corriendo asustado, no me di cuenta que había resultado herido..Él no puede trabajar normal y con peligro de quedar inválido, por eso no lo operan. Fue muy duro, pero gracias a Dios que nos ha dado la vida. Nos ha regalado la vida para que contemos esta historia”, dice Katy Preciado, sobreviviente del coche bomba en reportaje con El Comercio.
Estas casas, recuerda el medio ecuatoriano, fueron construidas de emergencia. En cuanto al cuartel, prosigue el medio ecuatoriano, también fue reconstruido y ahora cuenta con vallas de contención. Mientras todo esto acontece, la vida prosigue en San Lorenzo, un lugar fronterizo muchas veces olvidado, donde las actividades comerciales continúan y la gente mantiene en sus corazones la esperanza intacta de que el porvenir será de paz.
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