Ves que se cansan más y te necesitan más, cuando siempre los has visto llenos de energía. Existe un hecho que cada día nos preocupa más: la vejez de nuestros padres. Llega un momento de la vida, en que los hijos nos convertimos en los padres de nuestros padres, por vejez o enfermedad de éstos. Asumir esta etapa no siempre es fácil, pues estamos acostumbrados a verlos llenos de vitalidad, energía e independencia.
La responsabilidad como hijos adultos, es velar por el bienestar de los padres. Aunque no se debiera tomar como una forma de recompensarles todo lo que han hecho por nosotros, sí es un compromiso que deja la tranquilidad del deber cumplido, habiendo entregado todo el amor que durante tantos años se recibió de ellos. Por eso, cuando llega la vejez, es cuando mejor hijo se debe ser, es el verdadero momento de servirles, de ser su apoyo y su mayor fuente de afecto.
La asimilación del envejecimiento de los padres, puede ser una realidad difícil de aceptar para algunas personas, haciéndose manifiesto mediante rabia, impaciencia, reclamos a los padres. ¿Existe algún modo de que se acepte esta nueva situación y se sufra lo menos posible?
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Algunos consejos ante situaciones concretas:
– Cuando notamos en ellos agresividad, criticas o reproches: Se trata seguramente de indicios de un sufrimiento físico, psíquico, afectivo o espiritual. No es fácil para ellos afrontar cada día la pérdida gradual de sus facultades, la reducción de su vida social, el bajón de su autoestima. Lo que necesitan es ser escuchados. Hay que ayudarles a expresar lo que sienten, consolarles, tener siempre alta su autoestima siendo el afecto y el amor sincero el mejor remedio a todo esto.
– Cuando nos sentimos desbordados: El amor no tiene límites, pero en la relación con los ancianos, sobre todo si estos son nuestros propios padres, hay que saber fijar límites para que tanto ellos como nosotros no quedemos sobrecogidos por la enorme inestabilidad emocional. Los ancianos tienden a tener comportamientos similares al de los niños. Nuestra comprensión debe ser total, pero recordemos que también en la relación con los niños se recomienda ayudarles a gestionar sus caprichos por su propio bien, para no ser víctimas de si mismos.
– Cuando aumenta la dependencia de nosotros: Este es ley de vida, porque los padres cada vez son más débiles. También nosotros de niños éramos totalmente dependientes de ellos y siempre recibimos toda la ayuda necesaria para sobrevivir. La colaboración de toda la familia es importante para crear un apoyo por parte de todos y codividir la responsabilidad de nunca dejar a los padres sin la atención necesaria.
– Cuando nos damos cuenta de que las capacidades cognitivas cada vez son más limitadas: Esta es una situación muy común, precisamente porque el aumentar de la edad implica este tipo de degeneración neurológica. Es muy duro ver cómo nuestros padres cada vez recuerdan menos. Qué decir si incluso el alzheimer se presenta de manera virulenta y con el tiempo vemos que no se acuerdan ni de nuestros nombres. Una ayuda profesional es recomendada para ver el modo más eficaz de ayudar tanto a los ancianos como a todo el contexto familiar. El amor es la clave, pero con frecuencia una ayuda de terceras personas, competentes en este campo, puede ser realmente una tabla de salvación.
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