No obstante, ocurre que la vida a veces nos regala amargura en la época más feliz de año, convirtiendo estas fechas en una sombría temporada.
Por eso, conviene reflexionar sobre los motivos que podemos encontrar para que nuestra Navidad sea feliz, a pesar de los malos ratos.
1Encuentra motivos para agradecer a Dios
Quizá la pérdida de un familiar muy cercano, quedar sin trabajo o tener un accidente nos haga sentir que el festejo está fuera de lugar. Y es comprensible si el acontecimiento ha sido reciente.
Sin embargo, a la luz del Espíritu Santo, conviene hacer una oración sincera y agradecer a Dios por lo que pudimos vivir con esa persona, o antes del desempleo, o de la pérdida de la salud.
Si buscamos dentro de nosotros para qué ha permitido el Señor que llegara la desgracia, podremos encontrar algo de paz. A la distancia se logra entender la finalidad y lo que ha hecho en nuestra vida esa situación adversa. Pero por el momento, agradezcamos por lo vivido.
2Ofrece a Dios tus sufrimientos
Recordar a Jesús en la cruz nos dará fuerza para entender que, después de la tempestad viene la calma. Unir tu tristeza y ofrecer tus sufrimientos a los de Cristo te ayudará a ver que no estás solo. Y recordar al pequeño Niño nacido en la humildad también será reconfortante.
También te ayudará a confirmar que el Señor te entiende y desea tu bien, pero es necesario comprender que la vida no es únicamente felicidad. Los momentos difíciles forjan el carácter y ayudan al cristiano a poner su confianza en Dios.
"El sufrimiento parece pertenecer a la trascendencia del hombre; es uno de esos puntos en los que el hombre está en cierto sentido 'destinado' a superarse a sí mismo, y de manera misteriosa es llamado a hacerlo".
Por eso, es infantil pedir a Dios que nos libre del dolor, porque es parte de la vida. Pero es esperanzador saber que no será para siempre.
3Busca la alegría en tu familia y amigos
Todo ser humano es un ser sociable por naturaleza. Jesús mismo se rodeó de amigos y parientes porque sabía que ellos le tenderían la mano y se preocupaban por sus necesidades.
De la misma manera, en situaciones de dolor, acude a tu familia y amigos, siempre habrá alguien que te amará y estará dispuesto a acogerte, solo debes dejar que eso suceda, porque en ocasiones es uno mismo quien pone barreras.
No dejes que el orgullo, los malentendidos, el dolor o el malhumor te separe de las personas que amas. Es muy válido hablar con ellos y decirles lo que sientes, pedir su comprensión y envolverte en su amor. Solo es cuestión de dialogarlo.
4Centra tu atención en Jesús
Lo más importante de la Navidad es recordar que estamos celebrando el nacimiento del Salvador del mundo, por eso nuestra atención debe estar centrada en Jesús.
Ir a Misa y poner toda tu mente, corazón y sentimientos, sobre todo los que causan dolor, te darán alivio y ayudará a sobrellevar tu carga emocional, afectiva y física, porque nadie más que Jesús sabe lo que llevas dentro de ti.
Y si puedes confesarte, hazlo, verás que tu alma sentirá que un bálsamo reconfortante la inunda dulcemente.
Entrégate al Señor en la noche de su Natividad para que nazca dentro de ti.
5Refúgiate en María
Por último, nadie mejor que una madre puede comprender el sufrimiento de sus hijos. Y María santísima es esa madre que Jesús nos ha dejando para consolar nuestras penas.
Ella te escucha y te cobija, cuéntale lo que llevas en tu interior y refúgiate en sus brazos. Recuerda que san Juan Bosco dijo que "el que confíe en la Virgen nunca se verá defraudado".
"¿Acaso no estoy yo aquí, yo que tengo el honor de ser tu madre? ¿Acaso no estás bajo mi sombra, bajo mi amparo? ¿Acaso no soy yo la fuente de tu alegría? ¿Qué no estás en mi regazo, en el cruce de mis brazos?"
Que Dios dé paz a tu alma afligida para que la Navidad se convierta en una fecha de fe, esperanza y amor.