Cuando tu felicidad depende de otras personas, entonces eres una persona emocionalmente dependiente. Esta situación problemática provoca que te sientas adicto a tu pareja o a los demás. Superar estos obstáculos es una base sana para garantizarnos un crecimiento continuo personal y una mayor serenidad en la vida.
Todos nacemos física y psicológicamente dependientes de nuestros progenitores, pero el éxito de la educación consiste precisamente alcanzar el mayor grado posible de autonomía en un marco de empatía y solidaridad con los demás.
En una situación de dependencia hay subordinación a un poder que se percibe como mayor que uno mismo. Por ejemplo, en el caso de la dependencia emocional, lo habitual es que al menos al principio se considere a la otra persona como un ser superior, especial o ideal.
Con el tiempo, la opinión puede cambiar, pero al intentar abandonarla, se produce síndrome de abstinencia, como en las adicciones y, a la larga, también baja autoestima. La superioridad del poder del otro es un error de percepción del dependiente, que es precisamente quien le ha otorgado ese poder.
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¿Eres emocionalmente dependiente?
La dependencia es el elemento nuclear de muchísimos problemas y trastornos: relaciones personales, de pareja con o sin violencia física, inmadurez emocional, drogodependencias, determinados trastornos de personalidad, incapacidad de emancipación, dificultades en el manejo de las propias discapacidades o dificultad de organizarse con otros iguales para alcanzar objetivos comunes.
En la dependencia, lo que se produce es una dificultad para relacionarse en el plano de igualdad entre dos personas que han establecido un vínculo.
Una combinación muy frecuente es la formada por una persona que necesita admiración constante, un narcisista, por ejemplo, y una persona con una personalidad dependiente. La necesidad del narcisista se ve colmada por la necesidad de adorar del dependiente.
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Estas relaciones también pueden establecerse a nivel grupal entre el líder y sus seguidores. Un beneficio secundario de la posición dependiente es disponer de una especie de responsabilidad limitada por el privilegio de no tener que tomar decisiones.
La relación de dependencia suele ser mutua, aunque con roles formalmente diferentes. El aspecto menos visible de la relación queda al descubierto cuando, por un motivo u otro, falta la persona dependiente. Entonces se ponen de manifiesto las carencias sociales, psicológicas y cotidianas del que ocupa la posición dominante. Con frecuencia es él quien no sabe dar un paso por sí solo en la vida real.