La naturaleza es el antídoto contra los aspectos negativos de la cultura que creamos“De vez en cuando, un papá mirará los brazos delgados de su hijo o hija y la extraña palidez de un rostro expuesto a horas de luz fluorescente, y pensará que tal vez sea mejor que el niño ‘juegue allá afuera’. Este sentimentalismo debe ser vencido”. – Del libro Ten Ways to Destroy the Imagination of Your Child (Diez Maneras de Destruir la Imaginación de tu Hijo) de Anthony Esolen.
En un tono irónico que recuerda al libro The Screwtape Letters (Cartas del diablo a su sobrino) de C.S. Lewis, el Dr. Esolen sostiene de forma convincente el regreso a los juegos libres y a la falta de metas en la infancia moderna. Principal entre sus preocupaciones es la creciente cantidad de tiempo que los niños pasan dentro de casa. Un estudio reciente del Reino Unido mostró que los presos pasan más tiempo afuera que tres cuartos de los niños británicos. Ahora compara esos números con especialistas en educación infantil del siglo XIX que prescribieron de tres a cinco horas de tiempo al aire libre para niños de los 3 a los 6 años de edad.
Permitirle a los niños perderse en sus pensamientos e imaginaciones mientras están al aire libre es mucho más que un juego. Es crucial no sólo para compensar la depresión y la ansiedad en la infancia, como varios estudios sugieren, sino que el tiempo al aire libre también es importante para que los niños reconozcan a Dios en acción en sus vidas. Al observar el desarrollo de las estaciones, los niños desarrollan un respeto por el tiempo de Dios, como se encuentra en la paciencia de la naturaleza y en el orden divino de las estaciones. La naturaleza es el antídoto contra los aspectos negativos de la cultura que creamos.
“La inmensidad del cielo naturalmente los llevará a contemplar los infinitos; es totalmente apto para asociar el cielo con la expansión del espíritu, con alegría, libertad y santidad”, escribe Anthony Esolen.
Los incansables ciclos de la naturaleza – sus muchas muertes inevitables seguidas siempre por el crecimiento y por la vida – proporcionan incluso al más joven de los niños una espiritualidad rudimentaria e insustituible que es virginal, inatacable y, lo más importante, simple. Las aplicaciones y los libros didácticos no son útiles aquí; lo único que se necesita son los oratorios que ofrece la naturaleza.
La infancia es un recurso precioso e inmaculado que habita entre nosotros. Los pequeñitos interactúan con la naturaleza de manera que los adultos han olvidado desde hace tiempo. La clave es llevarlos afuera.
1 – Empieza con el tiempo al aire libre centrándote en una tarea
Cuando asignas una “misión”, los niños son más propensos a embarcarse. Es importante ser gentil con ellos y contigo mismo. Jugar afuera puede dar más trabajo, porque estamos acostumbrados al entretenimiento pasivo. Un buen lugar para empezar es buscando lombrices. Armar la mochila con lupas y herramientas de jardín para excavar. O, si vives en la ciudad, ve a una biblioteca y encuentra un libro y aprende las partes de las flores salvajes que encuentres y sus nombres científicos. Lo más importante es que dejes toda la tecnología en casa.
2 – Oración diaria
Conectar con Dios, que es eternamente joven y creativo, es crucial para vestir nuestros lentes místicos cada día. La oración pone las cosas en orden. Nuestra tendencia a controlar las cosas y a las personas se disipa, cuando pasamos tiempo con el Creador. Veremos que estar en paz es semejante a abandonarnos al cuidado amoroso de Dios.
3 – Abrázalos y bésalos
Muchas veces, los niños quieren conectar porque no saben qué hacer con su libertad o están huyendo de algo incómodo (tedio, estrés, tristeza o soledad). Los adultos son muy parecidos. Nosotros generalmente no usamos computadoras o celulares cuando estamos saludables y felices. Cuando estamos en paz, nos conectamos con nosotros mismos y con los demás. Cuando tu hijo está implorando por tecnología, muéstrale que estás presente para él, tócalo y míralo a los ojos. Si se sienten reconocidos y escuchados, les dará el permiso para sentir lo que sienten y menos propensos a usar tecnologías como una fuga a largo plazo.
4 – Haz encuentros al aire libre con tu hijo
Empieza una tradición que abarque todas las fases: tiempo de calidad, juegos y aire libre. Camina por un parque, haz un pic nic. Este tipo de encuentros dejará en la memoria la mezcla de una buena comida y el vínculo con el aire libre. Se sentirán plenos.