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¿La verdadera libertad es hacer todo lo que queremos?

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El ayuno nos da alas para vivir en libertad.

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Edifa - publicado el 02/05/21
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Cristo vino a liberarnos de la esclavitud de nuestros impulsos que nos impedían ir hacia el Padre. Hablemos de la libertad con nuestros hijos

¿Qué es la libertad? Haced esta pregunta a vuestro hijo adolescente sin que os extrañe la respuesta: “La libertad es hacer lo que yo quiera”, es decir ¿hacer tanto el bien como el mal? El mal comporta consecuencias pesadas, la libertad nos permite elegir entre los diferentes bienes que se ofrecen a la persona. Cómo haremos para que nuestros jóvenes tomen conciencia de esta verdad. No se trata de decirles: “Tú no puedes”, sino todo lo contrario: “Tú puedes todo, pero todo tiene consecuencias”.

Libre es quien construye la felicidad lejos de la tiranía del placer y de la mirada de los otros

Es importante que los jóvenes capten que la capacidad física no implica la capacidad moral, y que la moral no está para reclutar y constreñir, sino al contrario para liberar. Un caso concreto: nuestra hija ha empezado a fumar. Sin abrumarla, hagámosle reflexionar sobre aquello que la ha empujado a fumar. Su grupo de amigos fuma y se sentía excluida, ella ha tenido miedo de pasar por una rara a los ojos de los otros, ganas de adoptar una cierta pose… y después vendrá tal vez el momento de querer dejarlo. Y entonces comenzarán las dificultades. “Si no puedes decir a tu cuerpo: no tengo necesidad de esta substancia”, si no puedes abstenerte de fumar, es que te has hecho un poco dependiente, esclava de tu cuerpo. Has perdido una cierta libertad”. La droga, el alcohol, los videojuegos, las pulsiones sexuales nos hacen más esclavos todavía.

Señalaremos a nuestro adolescente que el alcohol, como la sexualidad, no son malos en sí mismos, la sexualidad es incluso particularmente bella y buena, es la expresión del amor a través del cuerpo. Es el cómo los usamos lo que puede convertirlos en malos. Es pues necesario que la persona, que no es solamente cuerpo, use su espíritu para guiar su cuerpo. Dejarse guiar únicamente por los deseos del cuerpo le hace perder su libertad.

Esta pérdida de libertad viene a menudo de la confusión entre placer y felicidad. Observemos que el placer es inmediato, lo que lo hace tan atractivo, pero se detiene rápido. La felicidad, por su parte, se construye, pero puede durar. En la felicidad, hay placeres, pero en el placer, no siempre hay felicidad… libre es aquél que construye la felicidad lejos de la tiranía del placer y de la mirada de los otros. Libre es aquél que elige seguir a Cristo que nos ha liberado de toda forma de tiranía.

Inès de Franclieu

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