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Cuando se produce la pérdida de un bebé en el útero, toda la familia sufre un vuelco. "Nos damos cuenta de que el aborto espontáneo desestabiliza a toda la familia", explica Anne Murard, asesora de la asociación AGAPA, que organiza grupos de debate y programas de apoyo individual sobre el duelo perinatal. Como los padres están angustiados, los niños perciben que algo va mal y reaccionan ante esas emociones. "Los niños lo entienden todo".
"Cuando son pequeños, es más probable que se sientan inseguros, porque los padres, sumidos en su dolor, pueden parecer menos presentes". Anne Murard también señala que es más el dolor de los padres lo que desestabiliza a los niños que la pérdida de un hermanito. Algunos pueden incluso sentirse culpables del dolor de sus padres.
Describir adecuadamente
Esto es lo que nos cuenta Claire: cuando ya era madre de cinco hijas, perdió a un bebé. "Aún no les había hablado del bebé. La mayor, que entonces tenía nueve años, supo enseguida que algo iba mal porque yo lloraba mucho. Me preguntó por qué no me encontraba bien. Las llevé a todas al salón para explicarles lo que me pasaba.
Las mayores empezaron a llorar y estaban muy decepcionadas. Pero la mayor estaba especialmente preocupada por mí. Les expliqué que, por desgracia, esto había ocurrido y que no era culpa de nadie. Les dije que iba a estar triste durante un tiempo, pero que pronto volvería a ser feliz, porque la vida siempre se impone".
Ponerlo en palabras
La relación de los niños con la muerte es muy diferente de la de los adultos. Antes de los cinco o seis años, los niños no han integrado el concepto de muerte, porque aún no han adquirido las nociones de universalidad e irreversibilidad, que vendrán después. Por eso, según Anne Murard, es tan importante poner palabras precisas a lo que ocurre. "Creo que tenemos que ser capaces de utilizar la palabra 'muerte'".
Hay que poder utilizar la palabra "muerto". Términos como "se ha ido" o "dormido" son muy vagos para los niños.
"Un niño puede entender, por ejemplo, que el bebé va a volver. Pero es importante que entiendan el aspecto final. Utilizar términos precisos también puede ayudarles a ellos y a sus padres a elaborar el duelo. Les ancla en la realidad. Se puede confiar en los niños. Al decirles la verdad, se sienten reconocidos y respetados»".
Cuidadosos con los hijos
"Hay que tener cuidado, sobre todo con lo que no se dice, que puede ser fuente de ansiedad y traumas". En el momento de su segundo aborto, Élise tenía dos hijos de 8 y 3 años:
"Aquejada de endometriosis, me resultaba difícil quedarme embarazada sin tratamiento. Pero este embarazo se produjo de forma natural, justo cuando no nos atrevíamos a creerlo. Por desgracia, pronto perdí al bebé y el shock de la noticia fue muy violento.
Se lo dijimos enseguida a los niños, primero para explicarles las idas y venidas de mamá al hospital, pero sobre todo para que comprendieran por qué estábamos tristes. Por encima de todo, no queríamos que hubiera secretos o cosas sin decir en nuestra familia".
Compartir las emociones
Aunque es normal que los padres se guarden ciertas cosas, es importante saber mostrar las emociones. Puede que los niños no tengan derecho a toda la información, pero sí a la verdad.
Dar al bebé el lugar que le corresponde
Algunas familias deciden dar al bebé fallecido un lugar, grande o pequeño. El duelo es un proceso íntimo y personal, y cada familia hace lo suyo. Es recomendable dar un nombre al bebé, pues aunque no nació, fue creado por Dios y tiene una identidad desde el principio en la concepción.
No tengas miedo en comunicarlo a tus hijos; muchas veces pensamos que, por ser chiquitos, no lo van a entender y es mejor ocultarles la verdad. Sin embargo, explicado de una buena manera, ellos lo entenderán y sabrán que ahora tienen un hermano que goza de la presencia de Dios.
