El día de hoy, el Evangelio de san Marcos, en la parábola del sembrador, nos permite una bella reflexión sobre nuestra vida espiritual. Jesús explica que la semilla es la Palabra de Dios, pero su fruto depende del estado y la disposición de la tierra, es decir, nuestro corazón.
En la reflexión que el padre Giovanni hace del Evangelio de hoy, comparte:
¿Qué tipo de tierra eres?
Jesús cuenta la parábola del sembrador: un hombre lanza la semilla, pero no todas dan fruto. Algunas caen en el camino, otras en terreno pedregoso, otras entre espinas y algunas en tierra buena.
Esta parábola no es solo una historia, es un espejo de nuestra vida espiritual. Jesús nos dice que la semilla es la Palabra de Dios, pero la manera en que la recibimos depende del estado de nuestro corazón.
Tierra del camino: escuchas la Palabra, pero el enemigo te la roba antes de que dé fruto.
Tierra pedregosa: recibes la Palabra con emoción, pero cuando vienen las pruebas, abandonas la fe.
Tierra con espinas: la Palabra crece en ti, pero las preocupaciones, la ambición y el deseo de placer ahogan tu relación con Dios.
Tierra buena: escuchas, acoges y das fruto, multiplicando la gracia en tu vida y en la de otros.
Aquí está la pregunta clave: ¿qué tipo de tierra eres hoy?
Dios siempre está sembrando su Palabra, pero el problema no es la semilla, sino el terreno.
Si tu corazón está cerrado, si vives distraído o si dejas que las preocupaciones te ahoguen, nunca darás fruto.
Pero si decides abrir tu corazón, escuchar con atención y vivir según su voluntad, la Palabra de Dios en ti dará un fruto que nadie podrá detener.