Vic cuenta actualmente con unos 47 mil habitantes y fue un centro importante en la época medieval, sobre todo gracias a la condición de sede episcopal y de cabeza de condado.
Riqueza arquitectónica
Esta circunstancia favoreció la construcción de numerosas iglesias y conventos que ahora forman parte de su herencia arquitectónica.
Un recorrido por su casco histórico es ideal para percibir los diferentes estilos, como el románico y neoclásico de la Catedral de san Pedro, el gótico de la Iglesia de Sant Just o los elementos barrocos del Convento de Sant Domènech y de otras iglesias de menor tamaño, como la dedicada a la Piedad o a los Dolores.
Influencia del Abad Oliba
También han destacado muchas personas a lo largo de su historia. Por ejemplo, dentro de los personajes ilustres de la ciudad destaca el Abad Oliba, monje benedictino que fue Obispo de Vic en el siglo XI al que debemos la construcción de su Catedral consagrada en 1038, de la que se conservan solamente la cripta y el campanario.
El resto del edificio fue reconstruido ya que durante la Guerra Civil española fue asaltado e incendiado. Su fachada y nave central son de estilo neoclásico y en el interior destacan las pinturas murales con las que Josep Mª Sert decoró sus paredes en 1930.
Ciudad de los santos
Pero además del Abad Oliba, Vic, conocida como “la ciudad de los santos”, ha sido “asiento de las más puras esencias cristianas de Cataluña, y por sus obispos, sus santos y sus sabios -entre otros Miguel de los Santos, el Padre Claret, el Padre Almató, el Padre Coll, Joaquina de Vedruna, Jaime Balmes, Mosén Cinto Verdaguer, Torres y Bages y tantos más - ha influido como ninguna otra diócesis en la Iglesia española de nuestros tiempos".
Así lo escribe el claretiano Pedro García Hernández en su libro “Crónica Martirial. 271 misioneros claretianos mártires 1936-39”. 15 de estos mártires, de los que trata el libro, residían en Vic durante la Guerra Civil y fueron martirizados por causa de su fe.
Misioneros claretianos
De hecho, la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María (Claretianos), fue fundada en Vic por san Antonio María Claret, en 1849, y es la más numerosa en la corona de mártires de la Iglesia española durante la persecución religiosa de los años 1934-39.
El Padre Claret nació en Sallent de Llobregat, cerca de Vic, en 1807 y en 1829 entró en su Seminario. Allí coincidió con el filósofo y teólogo Jaime Balmes, otro personaje ilustre de esta ciudad al que Pío XII bautizó como Príncipe de la Apologética moderna.
El Padre Claret está enterrado en el Templo-sepulcro en Vic y fue canonizado en 1950 por el Papa Pío XII.
Relación con el Padre Claret
El fundador de los claretianos se relacionó con santa Joaquina de Vedruna, ya que impartía ejercicios espirituales al clero y a religiosas/os y coincidió con esta santa en Vic.
Santa Joaquina nació en Barcelona, pero en 1826 fundó en Vic las Carmelitas de la Caridad. El Padre Claret fue protector de esta congregación, ayudando en su difusión por Cataluña y por el resto de España.
Al morir la santa, a los 71 años, había fundado conventos, escuelas y hospitales y fue canonizada en 1959 por Juan XXIII; curiosamente, la primera persona que canonizó este Pontífice. La santa está enterrada en la Escuela Vedruna de Vic, la que fue su casa natal.
También San Pedro Almató tuvo contacto con San Antonio Mª Claret, ya que por consejo suyo entró en la orden de los Dominicos al sentir su vocación cuando aún era muy joven.
Se hizo misionero y marchó a Filipinas y luego a Vietnam, donde sufrió martirio junto a dos misioneros más en 1861. Tenía solo 31 años. Sus restos descansan en la Iglesia de las Dominicas de la Anunciata de Vic y fue canonizado por san Juan Pablo II en 1988.
Nueva Orden femenina
San Francisco Coll, canonizado en 2008 por Benedicto XVI, entró a los 10 años en el Seminario de Vic y a los 18 se hizo religioso de la Orden de Predicadores e ingresó en el Convento Dominico de Gerona.
A partir de entonces se dedicó a la predicación y a la catequesis y colaboró también con el Padre Claret. Pero en 1856 fundó, en Vic, la Congregación de Hermanas Dominicas de la Anunciata. Falleció en abril de 1875, con fama de santidad. Sus restos se veneran en la Casa Madre de la Congregación en esta localidad.
Obispo santo
Vic acoge también la tumba de otro santo, san Bernat Calbó, quien fue nombrado obispo de la ciudad en 1223. Nació en Reus (Tarragona) e ingresó en la Orden cisterciense en el Monasterio de Santes Creus. Más tarde fue nombrado canónigo y vicario en la Catedral de Tarragona.
Fue canonizado en 1710 por Clemente IX y sus restos se trasladaron a una urna de plata, labrada en una capilla de la catedral de Vic. Sin embargo, en el año 1936, durante la Guerra Civil, el sepulcro fue profanado y solamente se salvaron algunas reliquias.
Santos nacidos en Vic
Se da una curiosa paradoja, ya que de los cinco santos enterrados en Vic – san Bernat Calbó, san Antonio Mª Claret, santa Joaquina de Vedruna, san Francisco Coll y san Pedro Almató- ninguno nació allí. Sin embargo, los dos santos nacidos en Vic están enterrados fuera.
Es el caso de san Miguel de los Santos, que solo vivió 13 años en Vic, de los 34 de su vida. Miguel Argemir i Mitjà nació en 1591 y en 1603 entró en el convento de los trinitarios descalzos de Barcelona. Murió con fama de santidad en el convento trinitario de Valladolid, a causa de unas fiebres tifoideas en 1625. Allí está enterrado.
Toda la ciudad se volcó para festejar su canonización, que tuvo lugar el 8 de junio de 1862 en Roma, siendo Papa Pío IX. Y es tanto el cariño de sus vecinos hacia el santo que actualmente es el patrón de la ciudad y en su casa natal se construyó una capilla y un oratorio.
Santa dedicada a la educación
Santa Carmen Sallés, defensora de la educación de calidad, también nació en Vic, en 1848, y fundó la Congregación de las Religiosas Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza en 1892, bajo la protección del Obispo de Burgos.
Miles de alumnos en todo el mundo siguen formándose en centros educativos guiados por su ejemplo. Fue canonizada en 2012 en Roma por Benedicto XVI.
Otras personas ilustres
Aún quedan algunos ejemplos de personajes venerables y destacados sacerdotes que tienen que ver con la ciudad de los santos.
Por ejemplo, Josep Torras i Bages, consagrado obispo de Vic en 1899, fue declarado venerable por san Juan Pablo II en 1992 al reconocerse sus virtudes heroicas, o Mosén Jacinto Verdaguer, poeta y sacerdote que ingresó en el Seminario de Vic en 1855, cuando contaba con 10 años y donde fue ordenado sacerdote. Vic le recuerda con una escultura de 26 metros de altura inaugurada en 2002.
Un paseo por la Ciudad de los Santos nos ayudará a descubrir el fervor espiritual de aquellos hombres y mujeres que tanto hicieron por la Iglesia de su tiempo.