"La unidad de la Iglesia […] no se consigue alrededor de una mesa, sino en la vida", subrayó el Papa Francisco durante la audiencia general que presidió en la Plaza de San Pedro el 9 de octubre de 2024, en plena celebración en Roma del Sínodo Mundial sobre el Futuro de la Iglesia durante todo el mes de octubre. El Papa advirtió contra el peligro de "distanciar" la unidad quedándose fijado en "el propio punto de vista".
Continuando su ciclo de catequesis sobre el Espíritu Santo, iniciado el 29 de mayo, el Papa reflexionó sobre el tema de la unidad en la Iglesia. El problema, subrayó, es "cómo hacer para que la universalidad […] no comprometa la unidad de la Iglesia".
Porque "la unidad y la armonía son de las cosas más difíciles de conseguir y aún más difíciles de mantener", reconoció el 266º Papa. Y añadió: "Cada uno quiere ciertamente la unidad, pero desde su propio punto de vista, sin pensar que el otro de enfrente piensa exactamente lo mismo desde 'su' punto de vista".
Para el Papa, la vía "sinodal" es la del Espíritu Santo, que "no siempre realiza la unidad de repente, mediante intervenciones milagrosas y decisivas". La unidad se consigue "a través de un trabajo discreto, respetuoso con el tiempo y las diferencias humanas, a través de las personas y las instituciones, a través de la oración y la confrontación".
Estas palabras del jefe de la Iglesia católica arrojan luz sobre el Sínodo sobre la Sinodalidad, un gran proyecto que se pondrá en marcha en 2021 para hacer que la Iglesia sea más participativa, más inclusiva y menos clerical, y cuya segunda sesión mundial se abrió hace una semana, el 2 de octubre. Desde hace dos años, los 368 miembros, de procedencias y culturas diversas e incluso antagónicas, aprenden a escucharse en temas delicados y controvertidos, como el reparto del gobierno entre sacerdotes y laicos, y el lugar de la mujer.
En su catequesis, el Papa Francisco advirtió que "la unidad de la Iglesia es la unidad de las personas y no se logra alrededor de una mesa, sino en la vida". Y se logra "cuando nos esforzamos por poner a Dios, y no a nosotros mismos, en el centro".
Al final del encuentro, el Papa rezó por los pueblos "que sufren la locura de la guerra", nombrando a "los mártires de Ucrania, Palestina, Israel, Myanmar y Sudán".