Durante este Triduo Pascual no solo estamos llamados a formar parte de las celebraciones, sino también a imitar las virtudes de Jesús. Este Jueves Santo, imitemos a Jesús con aquellas virtudes que sostuvo al momento de lavarle los pies a sus discípulos, durante La Cena del Señor.
Al quitarse su manto para lavar los pies a sus amigos, Jesús reviste la condición más humilde de los servidores. Pero Él hace mucho más que rendir un servicio puntual. Manifiesta claramente que siempre ha sido un servidor, El servidor por excelencia.
Es todo el sentido de su Encarnación y su Pasión:
"[Cristo Jesús] que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz" (Flp 2,6-8).