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A su llegada a Dómuè, las Pequeñas Misioneras de María Inmaculada fueron recibidas con una gran fiesta. Al cabo de 40 años, la Iglesia vuelve a tener rostros femeninos en esta inmensa parroquia, situada en uno de los confines de Mozambique.
La Hna. Mirian Dos Santos se quedó atónita y conmovida por la acogida que le deparó, a ella y las demás Pequeñas Misioneras de María Inmaculada, la población de Dómuè en la diócesis de Tete, al noroeste de Mozambique. La gente inundó las calles para darles la bienvenida.
Este entusiasmo se entiende a la luz de que la última congregación femenina presente tuvo que abandonar esta región debido a la hostilidad anticatólica que siguió a la independencia de Portugal en 1975, así como a la posterior guerra civil, que fue brutal. De ahí que el regreso -el 10 de mayo- de estas religiosas sea tan significativo.
Para el obispo de Tete, Mons. Diamantino Antunes, la llegada de las religiosas es providencial:
“Es algo que deseábamos desde hace mucho tiempo, incluso soñábamos con ello. Ahora, por fin, ha sucedido”.
En un mensaje enviado a la oficina portuguesa de la fundación internacional ACN, la Hna. Mirian apenas podía ocultar su emoción: “Ver cuánto ansiaba la gente nuestra presencia, después de 40 años sin religiosas, superó nuestras expectativas. Fue una acogida muy sencilla, pero muy generosa”.
Además de la Hna. Mirian, esta comunidad religiosa cuenta con la Hna. Ana Cláudia Melo y la Hna. Rita Nascimento, así como con la postulante Agnélia Porto. A ellas se les ha encomendado labores pastorales, como la catequesis y la formación de más de 100 líderes comunitarios, algunos de los cuales viven muy alejados.
“Estamos aquí para servir en todo lo que podamos; estamos deseosas de llevar la Buena Nueva y la alegría del Evangelio a esta gente sencilla que tiene sed de Dios. Para ello, confiamos en la oración y el apoyo de todos ustedes”, explica la Hna. Rita Nascimento.
Una misión de Dios
En Dómuè hay mucha pobreza y, de momento, las religiosas aún no han podido hacer balance de las necesidades más apremiantes, pero ya saben que necesitarán ayuda. “La parroquia es pobre y tiene más de 100 comunidades. Necesitamos un vehículo, por ejemplo, para poder visitar las comunidades más lejanas. Sabemos que será un trabajo difícil, pero tenemos fe en Dios y somos conscientes de que ésta es su misión y de que nosotras solo somos frágiles instrumentos en sus manos”, nos explica la Hna. Mirian, originaria de Brasil. En su mensaje a ACN nos ruega que oremos por el éxito de esta nueva misión.
La presencia de las religiosas en esta región de Mozambique es un signo de la importancia de la ayuda internacional para mantener vivas la labor y la misión de la Iglesia. Aunque la fundación ACN todavía no apoya directamente a las Pequeñas Misioneras, ya ha financiado 20 proyectos en Tete en los últimos cinco años, proyectos que, según el obispo, son muy importantes. “ACN nos ayuda de muchas maneras: en la formación de futuros sacerdotes, la renovación de infraestructuras, la construcción de capillas, la adquisición de vehículos y, muy recientemente, en la compra de equipamiento para nuestra emisora de radio diocesana para que podamos mejorar nuestras transmisiones”, señala, y añade: “¡Gracias a todos los benefactores y a todos los que hacen posible la misión de ACN!”.