Los cardenales son nombrados entre los obispos. Los procedimientos de nombramiento de los obispos pueden variar, pero solo el Papa -él mismo obispo de Roma- tiene capacidad de nombrar a los obispos libremente. Para comprender cómo se eligen los cardenales, es necesario volver brevemente al nombramiento de los obispos.
Un obispo es nombrado primero por el Papa, pero no asume el cargo hasta su ordenación episcopal.
La ordenación episcopal es la tercera parte del mismo sacramento, el del orden, dispensado al diácono, al presbítero y al obispo.
¿Cómo se elige un obispo?
Sólo un obispo puede ordenar a un obispo, que promete obediencia "al sucesor de Pedro".
Los procedimientos de nombramiento han variado durante mucho tiempo y aún hoy difieren de un país a otro, aunque la ordenación sigue siendo el mismo sacramento en todos los casos.
No son los sacerdotes mismos los que se presentan, sino que son los obispos en ejercicio los que los indican al nuncio, es decir, a un representante del Papa ante un gobierno extranjero (una especie de embajador del Vaticano).
Sin embargo, el derecho canónico exige ciertos criterios para ser obispo: tener al menos 35 años, haber sido sacerdote durante más de cinco años y tener una licenciatura en teología, Sagrada Escritura o derecho canónico.
Luego, el nuncio realiza una investigación mantenida bajo secreto con el séquito de estos pastores, religiosos o laicos, para determinar si estos últimos pueden recibir el oficio episcopal.
En última instancia, el nombramiento del obispo pertenece al Papa, entre tres nombres que se le proponen (la terna).
El que finalmente es designado queda enteramente en libertad de aceptar o no esta misión que en modo alguno le es impuesta.
Una elección específica del Papa
De entre el colegio de obispos son nombrados los cardenales, cuya función es asistir al Papa en el gobierno de la Iglesia.
Los cardenales menores de ochenta años son también los que eligen al Papa en el cónclave.
Si es costumbre que los cardenales sean elegidos por el Papa entre los obispos, este puede de hecho crear cardenal a cualquier sacerdote (aunque esto sigue siendo excepcional), sin más restricción que la de ser reconocidos por sus méritos "notables".
San Juan Pablo II distinguió así a varios sacerdotes, como los teólogos Henri de Lubac en 1983 y Hans Urs von Balthasar en 1988.
En cualquier caso, el Papa tiene libertad total para elegir cardenal a quien quiera, siempre que sea al menos ordenado sacerdote y reconocido por su piedad y su moralidad ejemplar: estos criterios se dejan a la apreciación exclusiva del Papa.
La reforma litúrgica de Pablo VI realizada en 1973 fijó en 120 el número de cardenales electores, de entre los cuales se elige al Papa en caso de vacante en la Santa Sede.
Los cardenales son nombrados de por vida, pero siguen siendo electores del Papa solo hasta los 80 años, edad en la que quedan excluidos del cónclave.