En la Iglesia, el obispo es un sucesor de los apóstoles que se coloca a la cabeza de una circunscripción territorial denominada diócesis para garantizar su supervisión. Los obispos, encargados de la dirección pastoral de la Iglesia católica en el conjunto de estos territorios, son, pues, el esqueleto de la Iglesia en su función apostólica.
El episcopado es un cargo al servicio de la Iglesia asignado a una localidad particular y obtenido tras la consagración episcopal, durante la cual el sacerdote ordenado obispo recibe la plenitud del sacramento del orden.
¿Qué hace un cardenal?
Sin embargo, no todos los obispos son “formados” cardenales. En efecto, el título de cardenal, aunque en principio —salvo dispensa concedida por el Papa— está reservado a los obispos, designa una función muy diferente de la del episcopado.
Reunidos en el Colegio Cardenalicio, antes llamado Sacro Colegio, tienen por función asistir al Papa en el gobierno de la Iglesia universal, aunque también, para los cardenales menores de 80 años, participar de su elección en caso de vacante. Así pues, el Colegio se reúne durante los cónclaves para proceder a esta elección, o durante los consistorios para aconsejar al soberano pontífice sobre alguna de sus decisiones.
Por tanto, los cardenales son las figuras jerárquicas más importantes de la Iglesia católica y su número es actualmente de 236 (esta cifra tomando en cuenta el último consistorio de septiembre de 2023). Pero “la elevación a la púrpura cardenalicia”, como a veces se le conoce al nombramiento de un cardenal por parte del Papa, no es un sacramento distinto de la consagración episcopal.
Obispo y cardenal
Aunque todos los cardenales son, en principio, obispos, no todos los obispos son cardenales y las dos funciones se distinguen por varios atributos. El color de los cardenales es el rojo, mientras que el de los obispos el violeta, y es costumbre llamar a los primeros “Eminencia” y a los segundos frecuentemente “Monseñor” y a veces “Excelencia”.
La función del cardenal está íntimamente ligada al funcionamiento de la Iglesia romana y al entorno del papa, mientras que la del obispo está orientada hacia la vida pastoral de una diócesis particular de entre las repartidas por el mundo. Los miembros de la Curia romana, titulares de los dicasterios que constituyen una especie de gobierno en torno al soberano pontífice, son elegidos de entre los cardenales.