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Desde hace décadas, las cifras de diferentes investigaciones apoyan la tesis de la “pentecostalización” del cristianismo en América Latina. Lo más llamativo de los últimos 30 años es la permanente noticia titulada “crecimiento evangélico”, que no se refiere a las iglesias evangélicas clásicas, sino al pentecostalismo en todas sus expresiones, mientras desciende el número de católicos.
En tan solo cien años se ha transformado en el movimiento cristiano de mayor y más rápido crecimiento de toda la historia. Desde 1960 los evangélicos-pentecostales vienen creciendo mientras que el catolicismo disminuye en la mayor parte de los países latinoamericanos.
En España los evangélicos son 1.200.000, y al igual que en el resto del mundo, la mayoría y los que más crecen, son pentecostales. Los inmigrantes latinoamericanos y africanos desde hace ya unos años comenzaron a engrosar las filas de las nuevas iglesias pentecostales, y españoles alejados del catolicismo viven su conversión en nuevas comunidades pentecostales.
El pentecostalismo que llega a España es el popular latinoamericano, algunas corrientes de neopentecostalismo y otros que simplemente fortalecen el pentecostalismo clásico ya presente desde hace décadas. Hay algunas iglesias que reciben visitas del pentecostalismo hispano de Miami, que en su mayoría son latinoamericanos con un significativo ministerio en Estados Unidos y encuentran en España una iglesia a la que sienten que tienen que apoyar.
En Estados Unidos y América Latina su notorio crecimiento “rompe los ojos”, y llenan estadios con miles de fieles cada año, mientras que los templos de las iglesias históricas no se llenan ni en sus fiestas litúrgicas más importantes. Un nuevo paradigma cristiano se vuelve hegemónico y no aparecen síntomas de estancamiento, sino todo lo contrario.
Por otra parte, la creciente inmigración de latinoamericanos en Europa y Estados Unidos está abriendo importantes focos de una experiencia hasta entonces poco conocida por los no latinoamericanos, y se vuelven una familia alternativa a la cantidad de migrantes desarraigados. Los actuales movimientos migratorios han dado al pentecostalismo una fuerza y presencia insospechadas en países donde este tipo de religiosidad era poco tenida en cuenta.
La “globalización pentecostal” y su impacto en España
A través de la música en común (Marcos Witt, J. A. Romero, Marcos Vidal, Marcela Gandara, etc), el “movimiento de alabanza” que unifica el culto de la mayoría de los pentecostales, y los eventos internacionales de “avivamiento” y “la unción”, el pentecostalismo y los carismáticos de las diferentes denominaciones se unen cada vez más, en una misma experiencia espiritual, utilizando genéricamente el nombre de “cristianos” y evitando toda distinción denominacional.
Se da una suerte de “globalización cultural” pentecostal entre los mismos cristianos evangélicos, que a través de la música, la literatura, los ministerios interdenominacionales y evangelistas internacionales, van uniéndose en un mismo estilo de manifestación religiosa y un mismo lenguaje.
Si bien el pentecostalismo existe en España desde las primeras misiones de las Asambleas de Dios a mediados del siglo XX, la Iglesia de Filadelfia (gitanos) ha sido el principal referente para los estudiosos de la experiencia pentecostal en España durante décadas. El resto del pentecostalismo no llamó la atención hasta los últimos 15 años. Para la década de 1990 el pentecostalismo se consolida en este país llegando a ser el 60 % de la población protestante-evangélica. Con las crisis socioeconómicas en varios países latinoamericanos y la consiguiente inmigración latina a partir del año 2001, el crecimiento de las filas pentecostales, especialmente de latinoamericanos, se volvió notorio.
Muchos ministerios pentecostales de Ecuador, Colombia, Miami, Argentina, Uruguay, Chile, Perú y México, viajan a España para evangelizar con una fuerte convicción misionera y se arraigan familias evangélicas que hacen de iglesias domésticas para los que irán llegando, y así lograr una red solidaria. Se sienten los pioneros en la conquista evangélica de un territorio paganizado y secularizado. Sin olvidar a los telepredicadores de Miami que visitan asiduamente España para entusiasmarlos con la misión que han recibido.
En los últimos quince años se vienen realizando campañas de evangelización, aglutinando a pentecostales y evangélicos carismáticos de todo el país, organizando encuentros de oración, música y prédicas al aire libre, que congregan multitudes crecientes de conversos y militantes del pentecostalismo, en su mayoría inmigrantes.
Al igual que en países latinoamericanos de tradición católica, el desgaste y alejamiento de la cristiandad católica y la revitalización espiritual que engendra el pentecostalismo, también lo vuelve un lugar de conversión de protestantes, y especialmente de ex católicos alejados o no practicantes. El pentecostalismo en España engorda sus filas no solo con los inmigrantes, sino con una población desencantada de un cristianismo teórico, racional, de una liturgia fría y distante, y de una prédica moralizante.
Pentecostalismo e inmigración
La cantidad de inmigrantes latinoamericanos que ejercían algún ministerio evangélico-pentecostal en su país de origen, ven en su nueva situación social una oportunidad que “Dios le da a España” de conocer el poder del evangelismo, y ellos lo viven como una misión manifestada por el designio divino. Por otra parte, los inmigrantes latinoamericanos y africanos que encuentran en las iglesias pentecostales un apoyo espiritual, afectivo y social muy grande, en su situación de vulnerabilidad social, van engrosando las filas de las nuevas iglesias, que según su propio testimonio tienen un 50 % de inmigrantes y un 50 % de españoles convertidos.
Según una investigación del año 2010, las comunidades pentecostales son muy eficaces en la integración social y profesional de inmigrantes latinoamericanos que son quienes más han contribuido al desarrollo del movimiento pentecostal español que se vuelve mayoría entre los cristianos no católicos.
La pertenencia pentecostal brinda al inmigrante una serie de seguridades que le hacen autovalorarse y enfrentarse con fuerza y alegría a las dificultades cotidianas. Su saberse “elegido y enviado por Dios a evangelizar a los españoles”, les permite situarse con otra dignidad frente a sus empleadores y ante cualquiera “no convertido”.
Muchos inmigrantes trabajan como peones o en la limpieza, y la Iglesia les hace sentir que están allí para dar testimonio y evangelizar con el poder del Espíritu Santo, que los dotó como a los primeros cristianos en medio de un mundo pagano y hostil al Evangelio.
Todo este discurso y su experiencia les sube su autoestima y les permite vivir de un modo muy distinto a otros inmigrantes. Las campañas pentecostales pretenden en España “ganarla para Cristo”. El migrante, el que antes “no era nadie”, y “no tenía oportunidades en la sociedad”, es “levantado entre los hombres para dar testimonio de la Verdad”. El llamado a evangelizar con el “poder de Dios”.
La comunidad pentecostal es un ámbito cálido, una familia alternativa, que ofrece todo aquello de lo que la sociedad le ha despojado. No es tanto el grado de carencia económica lo que atrae a la gente a este pentecostalismo popular, sino su grado de vulnerabilidad y fragilidad ante la vida misma, más aún, en un contexto donde la falta de sentido, la inseguridad y la inestabilidad están presentes en todas las áreas de su existencia.
Es un desafío ecuménico y pastoral para la Iglesia Católica y para las Iglesias Protestantes, al igual que un fenómeno que ya no es marginal para los estudiosos de la religión en España.