Santa Faustina es mejor conocida por sus visiones milagrosas de Jesús y su mensaje de la Divina Misericordia.
En su vida, sin embargo, experimentó muchas otras visiones de diferentes formas. Todas ellas expresaban el amor infinito de Dios por la humanidad y el amor particular que Dios tiene por cada alma.
Por ejemplo, en la Misa de Medianoche de la Nochebuena de 1937, santa Faustina tuvo una gloriosa visión del Niño Jesús, de la que escribió en su Diario, describiendo lo sucedido:
Fue un encuentro breve, que sin embargo ofreció a Faustina una lección de incalculable valor.
Fortaleció en su corazón la conciencia del inmenso amor de Dios y le mostró el verdadero significado de la Navidad.
La Navidad trata sobre todo de acoger al niño Jesús en nuestros brazos y dejarlo reposar en nuestro corazón.
Como era de esperar, esta visión ocurrió justo antes de la Sagrada Comunión, cuando Jesús puede hacer exactamente eso.
Al recibir la Eucaristía podemos permitir que Jesús descanse en nuestro corazón y derrame su amor por nosotros.
Cuando te acerques al banquete eucarístico el día de Navidad, recuerda esta visión de santa Faustina y deja que domine tus pensamientos y oraciones. Al hacer esto, puedes imaginar al Niño Jesús abriéndote los brazos, esperando que lo tomes.
Y cuando recibas la Comunión podrás hacerlo descansar en tu corazón y recibir su mirada amorosa.
La Navidad nunca volverá a ser la misma.