Aunque durante siglos la piedad católica ha dedicado el mes de noviembre a las almas del purgatorio, lamentablemente desde hace más de 50 años en nuestras parroquias se habla cada vez menos del purgatorio.
Por tanto, es necesario retomar la catequesis sobre este tema también presentando las experiencias de numerosos santos al respecto. Y uno de ellos es este del que hablamos a continuación.
Era sábado por la noche en la ermita agustina de Valmanente, cerca de Pesaro. Un joven sacerdote acababa de irse a la cama para un merecido descanso cuando escuchó un grito: “¡Nicolás! ¡Hombre de Dios, mírame! ”.
Con un sobresalto, se volvió en la dirección de donde había venido el grito y vi una figura de la que no podía identificarse.
Este continuó: "Soy el alma del hermano Pellegrino de Osimo, a quien conociste, y estoy atormentado en el Purgatorio, donde vine a purificarme de mis pecados". Luego de presentarse, esa bendita alma le pidió que celebrara una misa de réquiem para salir de las llamas que la consumían.
Nicolás argumentó que era el encargado de presidir la Eucaristía conventual durante la semana, por lo que no le era posible celebrar la Misa de difuntos. Pero fray Pellegrino le mostró un valle cerca de Pesaro, lleno de una multitud de almas de todas las condiciones, edades y sexo, muchas de ellas pertenecientes a distintas órdenes religiosas, y le preguntó si era capaz de rechazar los ruegos de tanta gente.
A la mañana siguiente, Nicolás le contó a su superior la visión que había tenido, obteniendo la autorización para celebrar la misa de difuntos en sufragio de las almas sufrientes durante toda la semana. Además, oró por ellos día y noche, en medio de lágrimas de compasión.
Después de siete días, fray Pellegrino vino a agradecer su intercesión, ya que él y un gran número de sus compañeros de purgatorio ya disfrutaban de la visión celestial.
Este es el origen del septenario de misas por los fieles difuntos de San Nicolás de Tolentino, que comenzó a ser conocido por las almas benditas como el que "con el barco de sus méritos y oraciones surca el mar del Purgatorio".
Conocemos, en estas breves líneas, algunos rasgos de la vida singular de este gran taumaturgo, de los que dijo el Papa Eugenio IV, que lo canonizó: "No hubo santo desde la época de los Apóstoles que supere a san Nicolás de Tolentino en número y magnitud de milagros".