La Iglesia católica reconoce que Angelo Rosario Livatino es el primer juez mártir en la historia que sube a los altares; mártir "por odio a la fe". Los mafiosos que le mandaron a asesinar lo llamaban "santurrón". Ahora los fieles le llamaran 'Beato' y lo recordarán, cada año, en su fiesta el 29 de octubre.
El mismo día de la ceremonia de beatificación, domingo 9 de mayo de 2021, el Dicasterio del Vaticano para el Servicio del Desarrollo Humano Integral anunció que para “honrar” al juez mártir, “que ejerció con valentía su profesión de misionero laico”, se ha constituido un Grupo de Trabajo sobre la "excomunión de las mafias".
El objetivo es profundizar en el tema, colaborar con los Obispos del mundo, promover y apoyar iniciativas."
Cuando, el 21 de septiembre de 1990, el juez Rosario Livatino fue masacrado por la Mafia, casi nadie le conocía. Sus asesinos lo volvieron eterno en la memoria del martirologio. Era un hombre de fe que decía 'cumplir solo con su trabajo' en el Tribunal de Agrigento, ocupándose de confiscaciones de bienes sustraídos a la Mafia.
La Stidda, que es una organización criminal italiana que opera en Sicilia, sobre todo en las provincias de Agrigento, Caltanissetta, Catania y Ragusa, condenó a muerte al joven juez.
De los objetivos de la recién creada Comisión, el coordinador, Vittorio V. Alberti, funcionario del Dicasterio ya mencionado, dijo a Vatican News que se creó "para continuar el trabajo que iniciamos hace cuatro años sobre la mafia y la corrupción".
"En un momento dado, de hecho, nos dimos cuenta de que en la Doctrina Social de la Iglesia, en el Derecho Canónico, en el Catecismo no se menciona la excomunión de los mafiosos. Por eso, para reforzar la excomunión, los pronunciamientos y el magisterio del Papa Francisco sobre este tema, hemos creído necesario intervenir. De ahí la creación del grupo de trabajo", añadió Alberti.
El Dicasterio presidido por el cardenal Peter Turkson ya había creado, en agosto de 2018, una red global internacional contra la corrupción, el crimen organizado y las mafias.
La ceremonia de beatificación, celebrada este domingo en la catedral de Agrigento, ha sido presidida por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.
La fecha de la ceremonia también fue simbólica. Pues, el 9 de mayo de 1993, san Juan Pablo II, en el Valle de los Templos, exigió a los mafiosos en nombre de Cristo: ¡Conviértanse! ¡Una vez llegará el juicio de Dios!".
Papa Wojtyla se había encontrado con los padres del juez Livatino y en esa ocasión lo llamó "mártir de la justicia e indirectamente de la fe".
Livatino fue asesinado mientras se dirigía, como cada mañana, al tribunal de Agrigento. Había rechazado una escolta y rogó a sus asesinos que le perdonaran la vida. Además, intentó persuadirlos de que la violencia no resolvía nada. Ellos, en cambio, le disparan en la cara.
En el decreto sobre su martirio está escrito que Livatino era considerado incorruptible por sus perseguidores, "precisamente por ser católico practicante".
De los testimonios se desprende que el rechazo hacia él era atribuible al odium fidei (odio a la fe)". Los verdugos querían enviar un menaje; asesinarlo en una emboscada "frente a la iglesia en la que el magistrado visitaba diariamente el Santísimo Sacramento".
Livatino, en una conferencia, refiriéndose a la cuestión de la eutanasia, y retomando las preocupaciones que un parlamentario laico de la época tenía por la introducción de un supuesto derecho a la eutanasia, hizo esta observación:
"Si la oposición del creyente a esta ley se funda en la convicción de que la vida humana [...] es un don divino que no es lícito que el hombre asfixie o interrumpa, igualmente la oposición del no creyente, que se basa en la convicción de que la vida está protegida por la ley natural, que ningún derecho positivo puede violar o contradecir, ya que pertenece a la esfera de los bienes "no disponibles", que ni los individuos ni la comunidad pueden atacar" (Canicattì, 30 de abril de 1986, en Fede e Diritto, editado por la Postulación).
El papa Francisco reconoció que Livatino es un ejemplo no sólo para los magistrados, sino para todos los que trabajan en el campo del derecho: por la coherencia entre su fe y su compromiso con el trabajo, y por la actualidad de sus reflexiones (29.11.2019).