El día de la muerte de una persona es a menudo muy difícil para aquellos que más la amaron. La pérdida es difícil de soportar y parece que hay poco que pueda servir de consuelo.
Durante este tiempo de pena, es importante volverse a Dios y rezar por el alma que se ha marchado. Como católicos, creemos que nuestras oraciones no solo pueden afectarnos a nosotros mismos, dándonos fuerza y consuelo, sino también ayudar a las almas de los difuntos.
Pedir por el difunto es lo mejor
Aunque no sabemos el destino final de nuestro ser amado, todavía podemos orar por su alma, confiándola a Dios y pidiéndole a nuestro Señor que tenga misericordia de ella, acelerando su tránsito hacia la dicha celestial.
A continuación una oración que la Iglesia provee para el día de la muerte de una persona. Suplica a Dios que se apiade del alma difunta y la conduzca a "su patria, el Paraíso".
Oración
Oh Dios, de quien es propio compadecerse siempre y perdonar; humildemente Te rogamos por el alma de tu siervo/a [insertar nombre], que hoy has hecho salir de este mundo; no la dejes caer en las manos del enemigo para olvidarla por siempre, antes ordena a tus ángeles que la reciban y la introduzcan en su patria, el Paraíso, de suerte que, habiendo puesto en Ti su esperanza y su fe, no tenga que sufrir los castigos del infierno, sino que entre en posesión de la alegría eterna.
Por Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.