Son tantas las necesidades, nuestras y del mundo, que a menudo cuando rezamos no dejamos de pedirle cosas a Dios e incluso darle indicaciones.
Pero quien ha conocido un poco al Señor -su sabiduría, su amor, su dulzura,...-, como santa Teresa de Jesús, es capaz de entregarse con toda confianza, de volcar en Él su sed de Dios que siente como criatura.
Eso es lo que expresa esta clásica oración de la gran carmelita de Ávila, que tantas veces ha sido rezada y musicalizada a lo largo de los últimos siglos:
Vuestra soy, para Vos nací,¿qué mandáis hacer de mí?
Soberana Majestad,
eterna sabiduría,
bondad buena al alma mía;
Dios alteza, un ser, bondad,
la gran vileza mirad
que hoy os canta amor así:
¿qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, pues me criastes,
vuestra, pues me redimistes,
vuestra, pues que me sufristes,
vuestra, pues que me llamastes,
vuestra porque me esperastes,
vuestra, pues no me perdí:
¿qué mandáis hacer de mí?
¿Qué mandáis, pues, buen Señor,que haga tan vil criado?
¿Cuál oficio le habéis dado
a este esclavo pecador?
Veisme aquí, mi dulce Amor,
amor dulce, veisme aquí:
¿qué mandáis hacer de mí?
Veis aquí mi corazón,
yo le pongo en vuestra palma,
mi cuerpo, mi vida y alma,
mis entrañas y afición;
dulce Esposo y redención,
pues por vuestra me ofrecí:
¿qué mandáis hacer de mí?
Dadme muerte, dadme vida:
dad salud o enfermedad,
honra o deshonra me dad,
dadme guerra o paz crecida,
flaqueza o fuerza cumplida,
que a todo digo que sí:
¿qué mandáis hacer de mí?
Dadme riqueza o pobreza,
dad consuelo o desconsuelo,
dadme alegría o tristeza,
dadme Infierno o dadme Cielo,
vida dulce, sol sin velo,
pues del todo me rendí:
¿qué mandáis hacer de mí?
Si queréis, dadme oración,
si no, dadme sequedad,
si abundancia y devoción,
y si no esterilidad.
Soberana Majestad,
sólo hallo paz aquí:
¿qué mandáis hacer de mí?
Dadme, pues, sabiduría,
o por amor, ignorancia;
dadme años de abundancia,
o de hambre y carestía;
dad tiniebla o claro día,
revolvedme aquí o allí:
¿qué mandáis hacer de mí?
Si queréis que esté holgando,
quiero por amor holgar.
Si me mandáis trabajar,
morir quiero trabajando.
Decid, ¿dónde, cómo y cuándo?
Decid, dulce Amor, decid:
¿qué mandáis hacer de mí? (…)
Dadme Calvario o Tabor,
desierto o tierra abundosa,
sea Job en el dolor,
o Juan que al pecho reposa;
Sea viña fructuosa,
o estéril, si cumple así:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Sea José puesto en cadenas,
o de Egipto adelantado,
o David sufriendo penas,
o ya David encumbrado,
sea Jonás anegado,
o libertado de allí:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Esté callando o hablando,
haga fruto o no le haga,
muéstreme la Ley mi llaga,
goce de Evangelio blando;
esté penando o gozando,
sólo Vos en mí vivid:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, para Vos nací,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Amén.
Reformadora del carmelo
Los escritos de santa Teresa de Jesús sobre la unión con Dios y otros temas espirituales, aunque son del siglo XVI, han traspasado el tiempo y las fronteras.
Esta mística española fue desde pequeña fue una gran aventurera. Su fuerte temperamento le ayudó a realizar la reforma de la orden de los carmelitas.
¿Quieres conocer más sobre santa Teresa? Mira esta galería de imágenes: