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La anticoncepción, en sus diversas formas, ha sido promovida como una aparente solución al control de natalidad y la planificación familiar, argumentando que es parte de los "derechos sexuales y reproductivos de la persona"., ¿Qué tan cierto es esto? Aleteia consultó con una experta en Bioética qué impacto genera el uso de la anticoncepción en la sexualidad conyugal.
Unidad y procreación
Brezy López, especialista en Bioética, compartió para Aleteia que "la moral tradicional que nos enseña la Iglesia es precisamente respetar la naturaleza del acto sexual, que es procreativo y unitivo".
Al separar estos importantes elementos, el acto sexual puede reducirse a una búsqueda egoísta de satisfacción sin tener en cuenta la dimensión abierta a la vida y al amor incondicional.
Esta disociación puede impedir que la pareja alcance una sexualidad plena, auténtica y sanadora, que trasciende lo físico y se convierte en un medio para el crecimiento espiritual y emocional compartido.
Cambio de mentalidad

Conocer biológicamente nuestro cuerpo, hablar con nuestro cónyuge y mantener el respeto, nos permite experimentar una sexualidad integral llevada a la plenitud.
"La sexualidad integral se abre al diálogo, al conocimiento, a hacernos cargo de nuestro cuerpo, pero también del cuerpo del cónyuge", explicó
Por ello, la anticoncepción no es un derecho reproductivo ni sexual, "va en contra de la dignidad y la ley natural de la persona".
Brezy añadió que "un derecho es una responsabilidad"; sin embargo, muchas personas tienen relaciones sexuales sin aceptar el fruto de éstas: la vida.

La otra cara de los métodos anticonceptivos
Pablo VI, expone, en su encíclica Humanae Vitae, que el acto conyugal habla de fidelidad y respeto a la naturaleza y al plan de Dios, por lo que los métodos de regulación artificial de la natalidad, rompen con dicha fidelidad matrimonial y conducen a la degradación de la moralidad. De modo que no se experimenta la plenitud que conlleva el matrimonio.
A nivel físico, los estudios realizados por el Instituto Nacional de Cáncer nos dicen que las mujeres que se someten a métodos anticonceptivos orales, alcanzan un 60% de probabilidad de desarrollar cáncer de mama y cáncer de cuello uterino. Además, los numerosos efectos secundarios incluyen dolores de cabeza, fatiga excesiva, trombosis, alteraciones en la glándula tiroidea y dolor menstrual, entre otros.
Brezy López explicó la desincronización emocional y espiritual que se genera en la persona, lo cual afecta a ambos cónyuges.
"Ocurren porque la mujer, primero, deja de conocerse y tener contacto con su biología, empieza a ver la menstruación natural como un periodo de dolor o carga. Hay una desconexión entre la biología y la persona. Y obviamente, con el paso del tiempo, la mujer va experimentando vacíos porque el cuerpo de una mujer está madurando biológicamente para la vida".
Un abrazo único y total

La entrega hacia el otro, en el matrimonio y en el acto sexual, nos habla de un amor pleno, de un abrazo único, total y completo, como lo menciona Brezy. Es ahí donde existe la apertura a la vida.
Por lo que, si se toma el camino de la anticoncepción, no hay una entrega total. "Si solo se busca el placer sexual, se reduce el acto divino", cayendo en un pensamiento anticonceptivo.
Una sexualidad que trasciende
Ante la gran ola de desinformación que existe, es importante que los matrimonios dialoguen entre sí, busquen formarse adecuadamente y cuidarse entre ambos, pues la sexualidad ordenada, y bajo la mirada de Cristo, trasciende e impulsa al crecimiento de la familia y de la iglesia Universal.


