El viernes 28 de enero de 2025 se cumplen dos semanas del ingreso del Papa Francisco al hospital Gemelli de Roma, la hospitalización más larga de su pontificado, que aún continúa.
"Esta mañana, al término de las audiencias, el Papa Francisco ha sido ingresado en el Policlínico Agostino Gemelli para someterse a las pruebas diagnósticas necesarias y continuar en el hospital su tratamiento contra la bronquitis", afirmaba el 14 de febrero la Oficina de Prensa de la Santa Sede. Unos minutos antes, Vatican News publicó fotos del pontífice conversando con sus invitados en la Casa Santa Marta. Pocos minutos después, los medios de comunicación se hacían eco en directo del estado de salud del Papa.
El Papa llevaba ya diez días aquejado de esta dolencia respiratoria. El 5 de febrero, durante la audiencia general del miércoles por la mañana, se disculpó por no haber podido leer su discurso a causa de un "fuerte resfriado". Al día siguiente, el Vaticano anunció que trasladaba sus actividades a su residencia de Santa Marta "debido a una bronquitis". Para muchos observadores, fue la Misa al aire libre del 9 de febrero, con motivo del Jubileo de las Fuerzas Armadas, la que asestó el golpe definitivo: claramente muy débil, el Papa interrumpió la lectura de su homilía, confesando experimentar "dificultades respiratorias" a causa del frío invernal. Problemas que volvió a mencionar en la audiencia general del 12 de febrero, dos días antes de ser trasladado al Gemelli.
Los primeros días: una preocupación prudente
Los primeros días de hospitalización dieron lugar a una preocupación comedida. La primera noche, el Vaticano publicó un breve boletín médico en el que se indicaba que el Papa tenía una "ligera" fiebre, que padecía una "infección de las vías respiratorias" y que sus condiciones clínicas eran "aceptables".
Al día siguiente, sábado 15 de febrero, los equipos médicos confirmaron que los análisis habían revelado "una mejoría de algunos valores". El Papa ya no tenía fiebre. También se indicó que el tratamiento administrado había sido "ligeramente modificado […] en función de los resultados microbiológicos". Se trata del primer cambio de terapia durante la estancia.
El 16 de febrero, el Pontífice no celebró el Ángelus dominical en público y no apareció en la ventana Gemelli, a pesar de la pequeña multitud que esperaba una señal. Su estado clínico "es estable", declaró la Santa Sede en un boletín sanitario esa misma noche. Televisiones de todo el mundo comenzaron a enviar equipos a Roma y a apuntar sus cámaras a la fachada del hospital, en el noroeste de la capital italiana.
El lunes 17 de febrero, el diagnóstico se aclaró: al final de la mañana, cogiendo por sorpresa a los periodistas acostumbrados a los boletines vespertinos, los médicos les informaron de que el Papa sufría una "infección polimicrobiana de las vías respiratorias" y que presentaba un "cuadro clínico complejo". Se anunció un segundo cambio de tratamiento. Sin embargo, una fuente vaticana asegura que esta noticia no significa que la situación médica del Papa se haya deteriorado.
Los médicos recomiendan al Pontífice reposo "absoluto". Según los comunicados de prensa, el Pontífice prosigue, no obstante, algunas de sus actividades, en particular la lectura de periódicos, la redacción de cartas y la firma de documentos. Fuentes vaticanas aseguran que el Papa sólo ve a sus colaboradores más cercanos.
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Se revela la complejidad del caso
El 18 de febrero, la alerta subió de tono: supimos que el Papa padecía una "neumonía" que afectaba a ambos pulmones. La Santa Sede explicó que la infección polimicrobiana, que se producía en un contexto de "bronquiectasias y bronquitis asmática" y requería el uso de un antibiótico a base de cortisona, hacía "más complejo" el tratamiento terapéutico. Se trataba del tercer cambio de medicación en cinco días.
Durante los días siguientes, el estado clínico del Papa se describió como "estable" e incluso mostró algunas ligeras mejorías. El 19 de febrero, para sorpresa de todos, un comunicado de prensa del gobierno italiano anunciaba que la primera ministra Giorgia Meloni había visitado al pontífice para desearle una pronta recuperación. Durante los veinte minutos que duró la audiencia, la política dijo que lo encontró "alerta y receptivo" y "bromeó" con él. Su corazón está soportando bien la terapia, informó el Vaticano esa misma noche.
Cada día, la Oficina de Prensa de la Santa Sede se llena y los pies de las cámaras invaden la plaza de San Pedro. Ante los comunicados sin palabras del Vaticano, corren rumores de que el Pontífice está agonizando o de que la Guardia Suiza Pontificia prepara activamente su funeral, algo que las fuerzas armadas niegan.
El estado clínico del Papa se deterioró
El viernes 21 de febrero, en una conferencia de prensa en el Gemelli, el cuerpo médico presentó un cuadro contradictorio: el Papa "no estaba fuera de peligro", pero tampoco se encontraba en "peligro de muerte" inminente. Sus médicos de referencia explican que el Pontífice, de 88 años, es un paciente frágil, debilitado por una "patología crónica" de las vías respiratorias y por la falta de ejercicio físico -debido a sus problemas de rodilla-.
Al día siguiente, 22 de febrero, las noticias de la noche causaron conmoción: su estado se calificaba de "crítico". El Pontífice había sufrido un "ataque respiratorio asmático prolongado", que requería un alto flujo de oxígeno. Sus análisis de sangre revelaron un déficit de plaquetas y anemia, por lo que necesitaba "transfusiones de sangre". En esta nota, más larga de lo habitual, se menciona por primera vez el sufrimiento del Papa y se describe su pronóstico como "reservado", una palabra que suscita gran preocupación.
Al día siguiente, en su texto del Ángelus publicado a mediodía, el Papa expresó su "confianza" en el resultado del tratamiento. El mundo mediático contuvo la respiración cuando llegó el boletín médico vespertino: el estado de Francisco "sigue siendo crítico", seguía con oxígeno, pero no había sufrido una nueva crisis. Se detectó una "ligera insuficiencia renal". La espera continuó.
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¿El Papa se recupera poco a poco?
En respuesta a las sombrías noticias, el Vaticano lanzó un rosario todas las tardes en la Plaza de San Pedro, que los cardenales se turnan para dirigir. A partir del lunes 24 de febrero, el estado del Papa mejoró "ligeramente" y los comunicados adquirieron un tono menos dramático. El Papa ya no sufría un ataque respiratorio y sus análisis de sangre eran alentadores.
Las noticias de los días siguientes confirmaron que la situación era "estable" y que Francisco había podido reanudar algunas de sus actividades. El lunes, el jefe de la Iglesia católica recibió por primera vez al cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, y a su sustituto, y convocó un consistorio de cardenales para pronunciarse sobre los casos de canonización, sin fijar fecha. Para algunos observadores, se trata de una señal de que el Papa sigue teniendo la intención de dirigir los asuntos de la Iglesia.
"El estado clínico del Santo Padre ha vuelto a mejorar ligeramente en las últimas 24 horas", informó la Santa Sede el miércoles 26 de febrero. Esta vez, el boletín médico ya no habla de estado "crítico", pero el pronóstico sigue siendo "reservado", lo que sugiere que la recuperación puede ir por buen camino, pero no está asegurada.
En el 14º día de hospitalización, el jueves, se informó que el pontífice argentino ya no ha sufrido un ataque respiratorio y sigue con oxígeno. Por la tarde se informó que "el estado clínico del Santo Padre continúa mejorando también hoy". También, fuentes vaticanas indicaron que el Papa habría salido de "la fase más crítica".
El desenlace de la larga hospitalización del Papa es aún incierto. Ha dado lugar a numerosos rumores y especulaciones sobre una posible renuncia del pontífice argentino. El cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, se apresuró a atajar los comentarios. En una entrevista concedida al Corriere della Sera, el "número 2" de la Santa Sede invitó a pensar "en la salud del Santo Padre, en su recuperación, en su regreso al Vaticano: éstas son las únicas cosas que cuentan".
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