¿El Papa convocó un consistorio para reanudar el trabajo o para dimitir?

El 11 de febrero de 2013, el anuncio de Benedicto XVI de su renuncia a la Sede Petrina causó un terremoto en la Iglesia católica, sobre todo porque el pontífice alemán había hablado en latín en una reunión a la que pocos observadores habían prestado mucha atención: un consistorio dedicado al anuncio de varias canonizaciones, entre ellas la de los mártires de Otranto, que finalmente serían canonizados por su sucesor.

El término "consistorio" se refiere a las asambleas de cardenales convocadas por el Papa para anuncios importantes relativos a la vida de la Iglesia. Los consistorios más publicitados son aquellos en los que el jefe de la Iglesia católica crea nuevos cardenales: en casi 12 años de pontificado, Francisco ya ha convocado diez, uno más que Juan Pablo II en más de 26 años.

Sin embargo, otros consistorios, de menor envergadura porque en ellos solo participan los cardenales presentes en Roma, se convocan para formalizar canonizaciones, con un orden del día que puede extenderse a cuestiones relativas a la organización de la Santa Sede. Por ejemplo, en junio de 2015, fue durante el consistorio que fijó la fecha de canonización de los padres de Santa Teresa de Lisieux cuando se anunció también la creación de la Secretaría para la Comunicación, que englobará progresivamente a los distintos medios de comunicación del Vaticano.

El próximo consistorio, anunciado hoy, podría por tanto dar al Papa la oportunidad de hacer otros anuncios, posiblemente inesperados, relativos a la organización de la Iglesia. El recuerdo de 2013 ha llevado a algunos observadores a especular con la posibilidad de que el Papa Francisco anuncie su renuncia al ministerio petrino, con el argumento de que así dejará paso a un Papa más joven y vigoroso de cara a las celebraciones pascuales de abril, la continuación del Jubileo y la conmemoración del Concilio de Nicea el próximo mayo en Turquía.

Pero no hay nada en el Código de Derecho Canónico que diga explícitamente que el Papa deba dirigirse a los cardenales para tal anuncio. "Si el Romano Pontífice renunciase a su oficio, se requiere para su validez que la renuncia se haga libremente y que sea debidamente manifestada, pero no que sea aceptada por nadie", dice simplemente el canon 332-2.

"La renuncia de Benedicto XVI sirve como referencia, pero no como jurisprudencia", explica monseñor Patrick Valdrini, profesor emérito de Derecho Canónico. "Benedicto XVI hizo este anuncio ante los cardenales porque aplicó un paralelismo de formas: él había sido elegido dentro del colegio cardenalicio, por lo que consideró natural renunciar dentro del mismo marco. Pero la ley no dice que este marco sea necesario para que el acto sea válido", explica el canonista francés.

El criterio fundamental es el de "la libertad del Romano Pontífice; el acto debe ser libre. No está sometido a los cardenales que lo eligieron", insiste monseñor Valdrini. En 2014, en el avión de regreso de su viaje a Corea, Francisco explicó que Benedicto XVI había "abierto una puerta institucional" al renunciar a su cargo. Al hacerlo, expresó su respeto por su predecesor, pero no se comprometió a actuar de la misma manera.

"No es la elección la que hace al Papa, sino su libre aceptación. Por lo tanto, debe restablecerse la misma libertad cuando el Papa renuncia", explica el canonista. Este principio no excluye la posibilidad de que Francisco anuncie su renuncia en otro contexto, por ejemplo durante el rezo del Ángelus dominical, en la Misa o en una audiencia general ante los fieles.

La carta de renuncia entregada por el Papa Francisco al inicio de su pontificado al cardenal Tarcisio Bertone, entonces camarlengo y secretario de Estado de la Santa Sede, también ha suscitado muchas especulaciones mediáticas en los últimos días.

Esta misiva se refiere probablemente al caso muy concreto de la incapacidad del pontífice para desempeñar sus funciones, por ejemplo en coma o con un deterioro cognitivo irreversible que le impidiera expresar una renuncia. El anuncio del fin del pontificado, en este caso, podría formalizarse mediante un mensaje de los cardenales, pero no mediante una reunión formal del consistorio, ya que su convocatoria es una prerrogativa del Papa.

La interpretación predominante del anuncio de este consistorio sigue siendo la de una señal de que el pontificado continuará, ya que fuentes vaticanas informan de una mejora en la salud del pontífice de 88 años. Los próximos boletines médicos permitirán quizá empezar a vislumbrar la perspectiva de un alta hospitalaria, de la que dependería la fecha del consistorio.

Como signo de la determinación del Papa a asumir plenamente sus obligaciones, en los últimos días se han publicado diariamente numerosas citas. La oficialización de su llamada telefónica a la parroquia de Gaza también puede ser una señal de que el Papa está reanudando sus actividades, incluso en ámbitos informales sobre los que el Vaticano aún no ha comunicado nada.

La perspectiva de un consistorio permitiría al Papa mantener el control de la agenda durante las próximas semanas y enviar una señal de normalidad. Sin embargo, un mayor deterioro de su estado de salud, siempre posible dados sus problemas respiratorios, podría poner en peligro este escenario.