Cuando pensamos en que Jesús comenzó su vida pública para formar a sus discípulos, poner los cimientos de su Iglesia y anunciar la llegada del Reino de Dios, tendríamos que considerar las maneras que utilizó para evangelizar.
Estas las encontramos en los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, y son las siguientes:
1Con la Palabra
Por supuesto, esta fue la manera más destacada, es la que está consignada en los escritos de los evangelistas y que se recabó con los testimonios de aquellos que convivieron con el Señor y que está integrada en la Biblia:
Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente.
(Mc 6,6)
Él mismo es la Palabra, como lo acota san Juan:
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros.
(Jn 1, 14).
En los cuatro evangelios encontramos, pues, parábolas, diálogos, encuentros, mandatos y más, donde el Señor expresó de manera verbal el deseo de Dios Padre y el envío de a los discípulos:
Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado.
(Mt 28, 19-20).
2Con signos y milagros
Muchos fueron los milagros que hizo el Señor Jesús. Pasó haciendo el bien a los enfermos y endemoniados, resucitando muertos, haciendo oír a los sordos y hablar a los mudos.
Esos mismos signos acompañaron a sus enviados cuando comenzaron con su misión:
Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. [...] Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.
3Con su testimonio de vida
Por supuesto, el Señor enseñó con su propia vivencia cómo era que debían comportarse los demás. Nadie podía reprocharle alguna incoherencia entre lo que hacía y lo que predicaba.
Además, siempre demostró misericordia y compasión con los más desvalidos. Y con ello, los demás comprobaban que venía de Padre:
Si no hago las obras de mi Padre, no me crean; pero si las hago, crean en las obras, aunque no me crean a mí. Así reconocerán y sabrán que el Padre está en mí y yo en el Padre.
4Con la formación de discípulos
Por último, todo esto lo transmitió a sus Apóstoles y a los demás discípulos que creyeron en Él. Porque claramente los dijo que tendría que irse, por eso era necesario dejar a quienes continuaran con su obra.
Después subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia él, y Jesús instituyó a doce para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con el poder de expulsar a los demonios.
Tres años bastaron para que estuvieran dispuestos a ir por el mundo a predicar y a dar la vida por Jesús y la naciente Iglesia. Y a ellos, se unieron miles y luego millones, hasta llegar a nuestros días.
Ya sabemos, entonces, qué nos toca hacer. Que Dios nos ayude para cumplir con su voluntad.