En el Evangelio del día, nos presenta un encuentro entre Jesús y un hombre que, aunque ha vivido de acuerdo a los mandamientos y se ha esforzado por hacer lo correcto, siente que aún le falta algo en su vida. Jesús le dice que no basta con cumplir reglas, sino que es necesario desprenderse de todo aquello que ocupa el lugar de Dios en nuestro corazón.
En la reflexión que el padre Giovanni hace, nos comparte:
¿Qué te impide seguir a Jesús por completo?
Un hombre se acerca corriendo a Jesús y le hace una pregunta crucial:
"Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?"
Jesús le recuerda los mandamientos, y él responde con seguridad:
"Todo esto lo he cumplido desde mi juventud."
Este hombre no es un pecador público. Es alguien que ha vivido rectamente, pero siente que falta algo.
Jesús lo mira con amor y le dice:
"Solo te falta una cosa: vende lo que tienes, dalo a los pobres y luego ven y sígueme."
El hombre queda en shock. Su rostro se entristece y se va, porque era muy rico.
Tenía buena intención, pero no estaba dispuesto a soltar lo que lo ataba.
Jesús no está diciendo que la riqueza sea mala, pero sí que hay cosas que pueden ocupar el lugar de Dios en nuestra vida.
Para este hombre, su apego era el dinero. Para otros, puede ser el orgullo, la comodidad, el miedo, la apariencia.
¿Qué es lo que hoy te impide seguir a Jesús con libertad?
Jesús concluye con una frase desafiante:
"Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios."
Los discípulos se sorprenden y preguntan: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?"
Jesús les responde con esperanza:
"Para los hombres es imposible, pero no para Dios."
Porque cuando confiamos en Él, nos da la fuerza para soltar lo que nos esclaviza y seguirlo de verdad.
